Conocida como Pachita, Bárbara Guerrero fue una de las más grandes chamanes de México, poseía un control extraordinario sobre la materia y la energía, siendo capaz de realizar operaciones quirúrgicas como trasplantes de órganos. Su fama se extendió en la década de los 70, en su consultorio situado en la colonia Roma, en la famosa casa de las brujas, a donde asistían personajes de todas las clases sociales.
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Nació en Parral, Chihuahua en 1900, sus padres la abandonaron, siendo este el acto que marcó su destino, pues fue criada por un afrodescendiente, charles, quien le enseñó a observar las estrellas y todo lo que sabía de curaciones en seres humanos. Después luchó por la revolución mexicana uniéndose a las filas de Pancho Villa.
Terminando la revolución, fue azotada fuertemente por el hambre y la pobreza, lo que la hizo trabajar cantando en los llamados cabarets de la época, también cantó en camiones del transporte público y vendió boletos de lotería, hasta que en 1970 se hizo famosa en la casa de las brujas.
A la mítica casa de las brujas, en donde tenía su consultorio en la colonia Roma de la Ciudad de México, llegaban pacientes de toda índole para ser atendidos por Pachita. Los abría con un cuchillo viejo de monte, extraía el órgano dañado y lo reemplazaba con uno que ella misma creaba en sus manos a partir de la lattice en el espacio-tiempo, finalmente tocaba la herida para sanarla por completo sin dejar huella.
Quienes fueron testigos de los dones de Pachita, cuentan que la mujer realizaba transfusiones sanguíneas, la sangre brotaba de su boca y era compatible con la del paciente que estaba curando, también dicen que realizaba trasplantes de columna vertebral, y sólo le tomaba unos minutos.
Ella decía que era poseída por “el hermanito”, así llamaba ella al espíritu de Tlatoani Cuauhtémoc, siendo él quien realizaba las curaciones. En una investigación realizada por el científico mexicano Jacobo Grinberg, decía que Bárbara Guerrero alcanzaba un estado de conciencia pleno a través de la meditación y la oración, que le permitía controlar lo que todos percibimos como realidad.
El científico decía que Pachita poseía control único de su campo neuronal, y podía modificar la estructura de la realidad. Esto le permitía hacer curaciones de todo tipo, materializar a voluntad órganos y tejidos, además de hacer diagnósticos certeros a distancia. Sus capacidades han sido reconocidas por investigadores y escritores como Alejandro Jodorowsky hasta presidentes, y muchos más que recibieron la ayuda de la chamana más poderosa de México.
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