Acostumbraba ocultarse para ingresar a las habitaciones de los pacientes a inyectarles aire, y provocarles la muerte. Un enfermero de Texas, Estados Unidos, William George Davis, fue condenado a muerte después de encontrarlo culpable de inyectar aire, a cuatro pacientes en recuperación, durante el turno nocturno.
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En 2018, el personal del hospital decidió denunciar al sujeto, tras las investigaciones que arrojaban que se ocultaba e ingresaba a las habitaciones a realizar acciones sospechosas, como resultado fue despedido.
El hombre de 35 años fue detenido en abril del mismo año, asignándole una fianza de ocho millones de dólares para recuperar su libertad, sin embargo, el continuó encerrado durante el juicio. En las audiencias, el enfermero rechazó los cargos, negándose a subir al estrado para testificar.
El abogado de Davis, argumentó que el enfermero estuvo en el lugar y momento equivocado, y que muchas personas mueren en los hospitales, por lo que no había evidencia que demostrara la culpabilidad de su defendido. El fiscal Putman, recabó y presentó las pruebas en su contra, evidenciando que disfrutaba matar por gusto.
Otros médicos y expertos que formaron parte del juicio, testificaron que las inyecciones de aire, les causó a las víctimas lesiones cerebrales que terminaron con sus vidas.
William Yarbrough, neumólogo y profesor de medicina interna en Dallas, comentó que en toda su trayectoria no había visto una situación igual. El fiscal, tras la evidencia captada por las cámaras de seguridad del Christus Trinity Mother Frances Hospital en Tyler, le dictó pena de muerte.
En total, lo intentó con siete pacientes, pero solo cuatro perdieron la vida. El juicio de Davis se retrasó por la pandemia de Covid-19.
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