Ya es natural conocer a diario casos de hallazgos de mujeres y niñas muertas, abandonadas en predios, ríos, milpas; ya en cualquier lugar sucede. La violencia nos alcanzó. Antes, estos casos ocurrían en otros países, hoy a la vuelta de la esquina, nuestros amigos, familiares y hasta nosotros ya somos víctimas de violencia.
Es ya cotidiano que en redes sociales se pida una oración y el apoyo de la gente para compartir la notica de una desaparición.
Desde nuestras trincheras, la gran mayoría de la gente no se niega a compartir la información con sus grupos de amigos y familiares.
En algunos casos y para fortuna de los familiares se localiza a la persona, que quizá se fue con el novio, olvidó el celular, se fue de pinta o de la casa con los amigos.Pero, en contraste, son casos que terminan con la notificación que fue encontrada, pero muerta, con signos de violencia y ultraje.
¡Caray! , ¿quién se atreve a quitarle la vida a una niña?, ¿quién se atreve a robarle la inocencia? Preguntas que no tienen respuesta, que solo aumentan el dolor de la familia, la rabia, la impotencia y que les arrebata su seguridad para sumergirlos en un gran dolor que nunca se irá, que ahí vivirá y que en cada nuevo caso de feminicidio el dolor punzará y dolerá ante la impotencia de no poder frenar las historias de dolor.
Al inicio de este 2019, una de las plegarias fue que toda niña y mujer que saliera de casa, regresara con bien.
Lamentablemente, el año lo iniciamos con la trágica noticia de Camila, niña de 9 años del municipio de Chalco que fue asesinada. A los 9 años le robaron más que la inocencia, le robaron la oportunidad de vivir. Y, como Camila, se han sumado ya más casos. El cuerpo de una niña de 14 años que fue abandonado en el municipio de Temoaya. En Otzolotepec también fue hallada una menor muerta, ya en estado de descomposición... y muchas historias más de horror y de dolor.
Sin duda, algo tenemos que hacer, no podemos seguir pasivos.
Tenemos que levantar la voz, por Camila, por Alondra, por Blanca, por Daniela, por Elisa, por Fernanda, por Graciela, por Hilda, por Ines, por Julia, por Karla, por Liliana, por María, por Nadia, por Olga, por Paty, por Rita, por Silvia, por Tere, por todas, porque todas somos una voz.
Por ellas que ya no están, por quienes han sobrevivido, por quienes aún estamos y queremos vivir y que las nuestras también lo hagan.
Este es un espacio para darte voz, para exigir justicia, para replicar aciertos, para cuidarnos, para informarnos, para hacer que tu voz se escuche, porque todas somos una voz.
Gracias a mi querida Diana Mancilla por tu confianza y apoyo, para abrir este canal de comunicación para que se escuche fuerte nuestra voz.
