Se puede tener diferentes percepciones de un hecho, dependiendo siempre de la óptica de quien lo interprete, el verdadero reto está en hacer ver a todos los demás lo que en forma particular parece ser una realidad irrefutable, aunque con la misma connotación necesariamente deberá desprenderse de la subjetividad, si se pretende caer en un mundo objetivo, llano y verdadero.
Hay decisiones que parecen partir de ocurrencias, si éstas afectan sólo el entorno de un individuo, puede que el resultado sea el esperado, pero, también puede que no sea así, a final de cuentas, repercute únicamente en ese individuo y su entorno, pero si tal determinación la toma un jefe de estado, repercutirá en toda la nación.
Preocupan, y mucho, las decisiones que se han tomado en el amanecer de este gobierno, porque entre más se intenta hacer de todo por defenderlas, por encima de la razón misma, más parece que fueron tomadas en un arranque de ocurrencias, muchas de ellas soportadas endeblemente por una supuesta persecución de la corrupción aún con muchas dudas en su resultado, pero que es base fundamental para todo el mecanismo que se utiliza a partir de ellas, que además son poco claras en la aplicación, más bien, parece ser el pretexto ideal para hacer o dejar de hacer.
Ahora, con la falta de contrapesos verdaderos a la nueva administración, el gobierno federal y de forma muy particular, el presidente Andrés Manuel López Obrador, cree poder hacer y deshacer todo lo que se le antoje, con el parlamento a su servicio y el poder judicial en decadencia por el desprestigio que se ha emprendido en su contra, aparentemente la vía le queda libre.
Pero el desprestigio también lo padecen los partidos políticos, los cuales sucumben ante el ahora poderoso que aniquila, que tergiversa datos, cuentos y cuentas, y que no tiene quien le plante cara para corregir sus errores, porque encima y muy por encima se siente, ya que quien ose llevarle la contraria será objeto de un linchamiento mediático con tintes aniquiladores.
En este sentido, lo que puede ser tal vez uno de los últimos entes que defiende la democracia en nuestro país, la cual ha sido severamente afectada por la falta de respeto a la diferencia de opinión, con ello el supuesto poder ejercido por el pueblo se ve vulnerado gracias a que el titular del ejecutivo presume tener en su poder esa gracia, es la prensa, la que aparece como parte de los últimos eslabones.
Sin embargo, es precisamente esa libertad que ejerce, la que más le molesta al tabasqueño. La razón es más que manifiesta, vemos a un presidente todas las mañanas hablar con mentiras o con verdades a medias, y ¿quién se atreve a contradecirlo? De su gabinete ni hablar, del Congreso de la Unión con mayoría morenista ni cómo, el poder judicial desprestigiado y hecho a menos, tampoco.
Queda la prensa, como parte de los últimos que defienden la democracia, pero con eso de que el titular el ejecutivo insiste en pretender hacer uso de un derecho de réplica mal entendido, porque para quien no es un ciudadano común, sino el titular de un poder, coloca a su contraparte en desventaja, aún así, ésta tiene la obligación importante y que ha tenido por siempre, de investigar, confrontar datos, asegurarse de la veracidad de su fuente, porque de lo contrario estaría en serios problemas.
Por potro lado, el presidente bien puede señalar alguna supuesta verdad, que sabe difícil de investigar, o aún mejor para él, no se podrán tener los datos para hacerlo y así poder demostrar lo contrario a su aseveración. Asimismo aquella sí tiene la obligación de soportar con pruebas, documentar y tener la certeza de lo que escribe o dice.
El entrampado nos lleva a la eterna duda de los datos que proporciona el jefe del ejecutivo, o a ver el cumplimiento de una promesa en un tiempo fatal ofrecido para hacerlo. Según el mandatario crecerá el país a un promedio del 4% del PIB, aunque no hay datos que así apoyen su atrevida declaración no importa, habla con valentía de un futuro incierto, y siempre estará bajo la sospecha la idea que de no conseguirlo nunca le faltará a quien culpar por ello.
La construcción del aeropuerto en Santa Lucía ha sido señalada por los diferentes actores políticos, así como de los habitantes de los pueblos circunvecinos, que será el agua un factor importante de riesgo por su escasez ante la necesidad de utilizar el vital líquido para alimentar el servicio y construcción de la obra. Sólo con negarlo sin pruebas o estudios que así lo apoyen, será suficiente.
Igual ocurre con el tren maya, no se liga por parte de expertos la visión que insiste el presidente en repetir cada que puede, será un gran logro, con beneficios para todo el país, con bienestar y progreso, crecerá el turismo, y todos los etcéteras que recita. El estudio de impacto ambiental hasta parece sobrar, la decisión está tomada, pésele a quien le pese. ¿La afectación a la selva? Esa no existe, es un invento de sus detractores, de sus adversarios, de la prensa fifí.
La refinería de Dos Bocas, contra todo pronóstico traerá progreso y será terminada en tres años, cuya construcción estará bajo el mando de la SENER y Pemex, porque, aunque expertos e intelectuales se atrevan a contradecirlo, la supuesta terminación de la obra estará concluida en tiempo y forma.
Otra pifia, es la que dice que el país empezará a sentir el beneficio de la guardia nacional en seis meses, habrá paz, y todo estará en calma, a pesar de que la realidad le brinque de frente con la aceleración de homicidios dolosos y actividad descarada por parte del crimen organizado, con humillación a las fuerzas de seguridad, de por medio.
Éstas, como muchas otras, son decisiones que deberían tener preocupado al pueblo, sin embargo parece ser todo lo contrario, como si estuvieran compartiendo la visión indiscutible de ese mundo paralelo que les insiste en dibujar el titular del ejecutivo. El pueblo es capaz de beber arena en el desierto, convencido de que lo hace con agua pura y cristalina.