Opinar sobre temas coyunturales en materia económica, política y social se presenta de manera cotidiana y focalizada (familia, amigos, compañeros, colegas, entre otros), actividad necesaria y fundamental para forjar ciudadanía, pero distante del análisis especializado.
Desde una perspectiva simple, la opinión está vinculada a un grado de análisis, por ello, a menudo el ejercicio de opinar tiende a confundirse con ésta; no obstante, requiere de un proceso más acabado para ser denominado análisis.
Durante la última década la opinión ha peregrinado del espacio cercano y directo al de la amplitud de las redes sociales, que conlleva a una mayor interacción con amigos y seguidores; sin embargo, no es posible afirmar categóricamente si la opinión que transitó de un grupo de amigos a la diversidad de la red, incide en el sentir de quienes ven, leen o interactúan con el pensamiento difundido.
Con base en la dinámica de comunicación de los dos espacios señalados (cercano-directo, red social), puedo aseverar que existen elementos comunes que sobresalen en la interacción de opiniones e inciden negativamente en la formación de ciudadanía. A partir de la opinión y lo publicado en los distintos medios de comunicación, en la mayoría de los temas se polemiza con soltura, casi nunca con argumentos o pruebas, hay expresiones de intolerancia, ira y soberbia, se dividen posturas, no hay orden y prudencia; se desprecia la ley, la experiencia, el conocimiento técnico y los datos. Dichas señales son las manifestaciones más frecuentes que contaminan el debate público; empero, hay discusiones interesantes que abonan a la formación ciudadana, desafortunadamente no son tan cotidianos.
Otro elemento a considerar de la opinión, es su aparente estancamiento y limitada diversificación de temas, debido a que abordan contenidos que engloban la cotidianidad del individuo y se exponen con ligereza; los rubros más frecuentes en la opinión cotidiana se encasillan en la percepción ciudadana sobre la eficiencia del gobierno, la corrupción en sus distintas manifestaciones, la prestación de los servicios públicos, el aumento de precios en los productos de la canasta básica, el robo, el secuestro y los homicidios.
Por su parte, el análisis considera la pluralidad de temas, reflexiona sobre las coyunturas señaladas y extiende su alcance a rubros como el crecimiento, desarrollo, estrategias de seguridad, género, derechos humanos, movilidad, órganos autónomos, pesos y contrapesos, políticas públicas, mayorías legislativas, derecho electoral, representatividad, revocación de mandato, gobernabilidad, gobernanza, pobreza, desarrollo sostenible, social y político, entre otros.
Ante dicho contexto, es prudente realizar algunas acotaciones para contribuir al sano ejercicio de opinar, el punto de partida para abonar a la ciudadanía es la opinión, ésta debe de contribuir al debate público; como lo señala la socióloga, María Amparo Casar, “la información es el cimiento del debate público, es la base del diálogo, la negociación y los acuerdos”. Si cada quien maneja "sus datos", el debate se vuelve estéril.
El análisis tiene como base los argumentos, datos, pruebas, conocimientos técnicos y experiencias; genera en el marco de la ley posturas ordenadas y prudentes que eliminan la intolerancia. Su propósito no es polemizar, es la herramienta para comprender nuestra situación política, social y económica concreta, que enaltezca el debate público y el ejercicio de la ciudadanía.
Concebido como la herramienta para comprender una situación concreta, el análisis somete al discurso festivo y pondera la realidad amenazante, quien la emplea no se aísla del contexto ni se envuelve por el optimismo vano; al contrario, se respalda de las herramientas de la técnica para generar diagnósticos e impulsar la vida colegiada que permita reflexionar con suficiencia las políticas o acciones a implementar.
El análisis es recomendable para los gobiernos, servidores públicos, actores políticos, académicos y ciudadanos, porque facilita la comprensión de nuestras situaciones políticas concretas. Reduce los adjetivos y evita el empleo de agresiones; visualiza en el argumento su principal elemento para el debate público que como se dijo, fortalece la ciudadanía, genera opiniones informadas, debates vigorosos, contrastes de ideas y contribuye al diseño de políticas públicas.
