La trata de personas es el comercio ilegal de seres humanos sin importar la edad o género.
El fin de la trata es la explotación laboral, mental, reproductiva, sexual y/o la extracción de órganos. Este comercio se ha practicado desde la Conquista Española, en donde raptaban a las mujeres para entregar como tributo al vencedor de las contiendas, así nace el comercio sexual.
En Europa, tras las guerras, la mujer era objeto de venta para ser tratada como prostituta y usada sexualmente, aun cuando fuera la concubina de alguno de ellos.
El nombre “trata de blancas” surge en esta época pues las transacciones se hacían con las mujeres de este color, las mulatas y negras eran consideradas esclavas en todos los aspectos.
Los delitos han ido evolucionando al ritmo de la sociedad y, en definitiva, las condiciones que les dan lugar en su mayoría son: la falta o limitadas oportunidades de educación y trabajo; la pobreza; hacinamiento; desigualdad social; la ingenuidad ante quien ofrece mejores oportunidades; la violencia de cualquier índole, pero sobre todo la social y familiar.
El día de hoy, la trata de personas es considerada un delito e y se encuentra relacionada con el secuestro, desapariciones, falsificación de documentos, violencia, abuso físico y sexual, corrupción, tráfico y abuso de drogas, tráfico de órganos, entre otros.
Las personas consideradas tratantes son quienes reclutan (regularmente establecen agencias de viajes o de colocación de empleos; familiares o amigos), tramitan documentación, organizan viajes, acogen a las personas, amenazan, violentan y obligan a trabajar a las víctimas. Su objetivo es obtener una remuneración económica fácil, sin importar el medio para ello.
Es necesario que la sociedad civil establezca coordinación para la prevención, investigación, persecución y sanción de los delitos en materia de trata de personas con todos los niveles de Gobierno.
Debería ser primordial contar con programas de prevención, dando a conocer desde temprana edad los riesgos de relacionarse con personas desconocidas, así como aceptar algo a cambio de realizar alguna actividad, sobre todo sexual.
Sensibilizar a la población sobre el delito de trata de personas como parteaguas de la cultura de autoprotección.
Si bien es cierto que la ley establece la protección y asistencia a las víctimas de trata, también lo es que no sirve de nada cuando el daño está hecho.
México ha vivido en los últimos días una catástrofe que no se había presentado en treinta años y la respuesta de la sociedad nos permite darnos cuenta que somos una población preparada para atacar cualquier mal social, en este caso es rescatar a las víctimas. México no requiere de una trata de personas masivas para sacar a las víctimas de los escombros, México requiere un país sin este mal.
Por lo que en todos esta informar de boca en boca, comunicar por los medios electrónicos y por las redes sociales, de todas y cada una de las medidas que nos llevan a detectar a los tratantes de personas. A mayor información mayor conocimiento y menor propagación de este delito.
Y ¿por qué no decirlo?… la obligación de cuidarnos, es de todos.
¡Los abrazo de corazón!