Siempre supe que sería mujer. Incluso antes de las revisiones médicas, tenía la certeza de que sería niña. Cuando nació, lo afirmé en el mismo quirófano donde escuché su primer llanto: “Ha nacido la única mujer que podrá dominarme”, y así ha sido los últimos 12 años.
Es todo un reto ser el padre de una niña que, desde pequeña, siempre ha buscado ser independiente. Es muy amorosa y sensible, pero tiene un carácter fuerte. Siempre busca imponer su voluntad y hacer lo que ella desea, por lo que es necesario contener sus impulsos.
Siempre he pensado que prefiero que sea una mujer valiente, esforzada, guerrera, líder y no sumisa o débil, como muchos aún esperan que sean las mujeres.
Procuro alentarla para que logre lo que se propone, sin que ello signifique lastimarse a sí misma o a quienes la rodean. “Nada que vaya en contra tuya o de alguien más”, “Nada que te haga daño o te lastime”, le decimos su Mamá y yo.
Deseo, todos los días, que sea una mujer de bien, honrada, honesta, leal y comprometida consigo misma y con su comunidad. Parece que va bien y aspiro a que al empoderarse, contribuya –como lo anticipa la Organización de las Naciones Unidas (ONU)– a que el Producto Interno Bruto (PIB) mundial aumente considerablemente en ocho años.
Con motivo del Día Internacional de la Niña, celebrado este 11 de octubre, surgieron algunos datos: Si se lograra la participación de las mujeres en la economía, en igualdad de condiciones que los hombres, el PIB mundial se incrementaría 26 por ciento, equivalente a 12 billones de dólares para el año 2025.
De acuerdo con el secretario general de la ONU, António Guterres, “el empoderamiento económico de la mujer contribuye a que las economías sean más estables y resistentes y a que las sociedades sean más pacíficas, además de que es un requisito necesario para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)”.
“Actualmente, sólo 50 por ciento de la fuerza laboral femenina trabaja, en comparación al 77 por ciento de los hombres. Las mujeres suelen tener empleos informales o precarios y (en promedio) perciben un salario 23 por ciento inferior que su contraparte masculina”, dijo.
En el caso de México, existe la Norma Mexicana para la Igualdad Laboral entre Mujeres y hombres, como estrategia nacional que permite garantizar igualdad de oportunidades y de trato para hombres y mujeres en las empresas y las instituciones y combatir las prácticas discriminatorias. Habrá que averiguar si en verdad se cumple en todos los ámbitos.
El reto es enorme aún y por lo pronto, procuro incentivar a la niña que tengo en mi hogar, para que aproveche al máximo las oportunidades que se le presenten y que en el futuro logre ser la maestra, doctora y empresaria restaurantera que –ha dicho– quiere ser, porque lo tiene claro al decir: “Así como tú lo haces Papá, yo también puedo”.
