Como se sabe, el pasado 1º de octubre la Cámara de Diputados Federal aprobó, en lo general y en lo particular, la generación de un segundo etiquetado para los productos “alimenticios” y las bebidas no alcohólicas, altos en azúcares, grasas y sodio. La idea es que la ingesta y el abuso de este tipo de mercancías alimentarias está ligada a uno de los problemas de salud más urgentes que tiene el país --despúes de la pobreza, la pobreza extrema y la corrupción--, es decir, el sobrepeso y la obesidad tanto infantil como en la población adulta. Como se ha dicho, falta ver qué dicen los senadores y las senadoras al respecto.
¿Esta medida constituye un avance? Sí. ¿Es suficiente? No. Veamos los siguientes seis planteamientos:
1) Se parte de la siguiente premisa: consumidor informado, consumidor concienciado y, como colofón, el otrora cliente, evitará devorar productos que merman su salud. Si así fuera, el tabaquismo habría desaparecido ipso facto, a partir de que las cajetillas de cigarrillos colocaron no solamente leyendas sobre los temibles impactos en el organismo, sino incluso acompañadas de espeluznantes imágenes en cada cajetilla. No ha ocurrido tal utopía.
2) La compra y la ingesta de estos productos con baja calidad nutricional y con altos contenidos de grasas saturadas, grasas trans, azúcares y sodio, tienen que ver con un complejo patrón de comportamiento que hunde sus raíces en el hábito, el disfrute, la adicción soft, las prisas, la previsión y la pragmática que arropa a la vida cotidiana de muchas familias, madres, padres, infantes, adolescentes, jóvenes y adultos, en su diario trajinar.
3) Se ha dicho que la Secretaría de Salud será la encargada de diseñar las etiquetas octagonales que se colocarán en la parte frontal de cada producto que tenga estas características inapropiadas. Hago votos porque los tomadores de decisiones de tan emblemática secretaría no caigan en equívocos, como los que acabamos de registrar en torno a la carencia de fármacos para el tratamiento del cáncer; recordemos que simple y llanamente se minimizó la problemática del desabasto y, además, se afirmó –dicho por un especialista que está sentado en esa silla- que en realidad no pasaba nada por dejar a un paciente un mes o varias semanas sin tratamiento.
Diseñar mensajes para el ámbito de la salud no es un asunto menor. Deben cumplirse con al menos once categorías fundamentales para su elaboración y difusión. Además, es indispensable evaluar el significado que se generará en distintos segmentos de consumidores, para saber si efectivamente cada octágono y el conjunto en su totalidad (tres, cuatro o cinco) efectivamente advierten sobre el riesgo e impactan, a la postre, en la reducción del consumo.
4) El sobrepeso y la obesidad, si bien tiene relación con los atracones de este tipo de productos, es cierto que también guardan estrecha relación con la ingesta sistemática y excesiva de azúcares, carbohidratos, otros conservadores, comidas rápidas, frituras, bebidas azucaradas y edulcoradas (refrescos, aguas, tés y tisanas) harinas, postres, etc.
Es decir, si bien se valora que por fin se esté entrando por uno de los costados al problema, las medidas para fortalecer la política pública de salud para luchar contra el sobrepeso y la obesidad en toda la población, en realidad debería tener una visión holística o integral. Hay que dejar a un lado el bombo y platillo con que se ha dado a conocer esta medida, porque entonces una parte de la población, poco informada, imaginará que –por arte de magia—con esos octágonos al frente de cada producto, un día no lejano, al rayar el alba, nos levantaremos esbeltos(as), atléticos y muy muy bien nutridos.
5) También la obesidad y el sobrepeso tienen que ver con nuestra cotidiana falta de actividad física (que no necesariamente deportiva). Si bien no hay imposibles, no es menos cierto que pellizcarle media hora o una hora diriamente para hacer ejercicio, en varios millones de personas, es poco más que inalcanzable. Otra parte de la población, sumida en la pobreza y en la pobreza extrema, quisiera esa hora o 30 minutos para hacer otras cosas, menos ejercicio, dados sus apremios y cuitas de amor.
6) Salir a caminar o trotar, para luchar contra el sobrepeso o evitarlo, después de la jornada laboral, se puede si la humilde casa está en Ixtapan de la Sal, en Gran Reserva ¿Quién va correr riesgos? Con los niveles de inseguridad pública que campean por gran parte del territorio, es difícil hallar dónde trotar a ciertas horas del amancer o de la noche. Bueno, si vivimos en Finlandia, Noruega o Islandia, parece que no tendríamos pretextos. Pero tenemos este México inseguro, violento, aunque nunca más neoliberal. Eso ya se acabó.
También anoto que esta reciente y luminosa aprobación del etiquetado es parcial o de plano de párvulos, debido a que aún estamos lejos de los estándares propuestos por el NOURISHING. Este acrónimo significa lo siguiente:
N: Estándares y normas de Nutrición en el uso de declaraciones e indicaciones implícitas en los alimentos.
O: Generación de una Oferta de alimentos saludables y establecimiento de estándares en instituciones públicas y otros parámetros específicos.
U: Usar herramientas económicas para tener accesibilidad a los alimentos e incentivos de compra.
R: Restringir la publicidad de comida y otras formas de promoción comercial.
I: Incrementar la calidad nutricional del suministro de alimentos en su totalidad.
S: Establecer un conjunto [Set] de reglas e incentivos para la creación de un ambiente saludable de distribución minorista y servicio alimenticio.
H: Aprovechar [Harness] la cadena de suministro de alimentos y acciones en los sectores para asegurar que hay coherencia con la salud.
I: Informar a las personas sobre alimentos y nutrición a través de la concienciación pública [Aquí estamos con nuestro primer pasito].
N: Consejo y asesoramiento nutricional en instancias sanitarias. [Quizá lo veremos en los próximos meses].
G: Proporcionar o dar [Give] educación nutricional y herramientas. [Algo se iniciará].
Estos son los estándares que ha propuesto el Fondo Mundial para la Investigación sobre el cáncer (WCRFI, por sus siglas en inglés). Se trata de una asociación británica, sin fines de lucro, fundada en el año 1999, dedicada a desarrollar investigación para la prevención del cáncer, relacionado –precisamente-- con la dieta, el peso y la actividad física. A ver cuándo dejamos de hacer la tarea a medias y, mirándonos gozosamente el ombligo.
*Red Internacional FAMECOM
