Según los primeros informes, la profesora de Danza Folclórica Sonia Pérez Rodea lamentablemente fue hallada muerta en las instalaciones del Teatro Los Jaguares de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx). En el momento en que escribo esta colaboración se desconocen los móviles del deceso, pero debido a los antecedentes que se han publicado oficialmente, la profesora era víctima de violencia. Según lo expresó el Fiscal del Estado de México, Alejandro Gómez Sánchez, Sonia Pérez había solicitado a la Fiscalía General de Justicia del Estado de México, protección debido a que era violentada por su esposo o pareja, por lo que solicitó una orden de restricción para evitar tener contacto con él.
Con los elementos dispuestos hasta ahora, existen indicios para que las autoridades fiscales tracen como una de sus líneas de investigación un presunto feminicidio. Si tal crimen se comprueba, quien resulte responsable deberá recibir el castigo que la ley dicta.
Que la comunidad universitaria y toda la población se indigne por un probable feminicidio más es, desde todos los puntos de vista, comprensible. Requiere que más personas nos sumemos a manifestar nuestro enojo y que demandemos a las autoridades fiscales una cuidadosa investigación con perspectiva de género, hasta esclarecer los móviles y, desde luego, al autor material que mediante ahorcamiento causó la muerte violenta de una mujer.
Que la preocupación aumenta ante la violencia contra las mujeres y las niñas por todo cuanto lamentablemente sucede en la entidad mexiquense y en el país, es una situación que debe llevarnos a sumar voluntades, ahínco, movimientos articuladores, propuestas, mejora de protocolos, sororidad, prevención y transformación cultural en todos los órdenes de nuestra vida.
Que diversas ideas expresadas recientemente fuera y dentro del Edificio de Rectoría --en su mayoría pronunciadas enérgicamente por jóvenes universitarias— puedan y deban ser convertidas en banderas de lucha, es un asunto incuestionable; siempre y cuando separemos el trigo de la cizaña a la hora de señalar víctimas, victimarios, activistas y grupos organizados de la sociedad.
En términos de la irritación y de la preocupación con respecto al feminicidio que azota a todo el país, así como al Estado de México, se entiende que ante la muerte violenta de la profesora Sonia Pérez Rodea los ánimos se hayan desbordado. También se comprende que, en medio del sentido de vulnerabilidad y de la desesperación, se hayan cometido excesos y que, en la vorágine de la ceguera que provoca un suceso violento, se lancen acusaciones a quienes nada tiene que ver con esa muerte feminicida.
Pero que las y los jóvenes universitarios, con formación en estudios superiores, provistos de un raciocinio cultivado durante años en las aulas, se dispersen impunemente para maltratar y pintarrajear su propio patrimonio histórico-cultural, en nombre de un fatal suceso, habla mal de su calidad universitaria y de su capacidad de discernimiento. Sí fue un suceso fatal, desastroso, devastador. Pero nada tienen que ver las autoridades que, dicho sea de paso, son: El Consejo Universitario, integrado por directores(as), un(a) profesor(a) representante y dos estudiantes de cada espacio académico más, el Rector en su calidad de presidente del Consejo Universitario. Los integrantes del gabinete de la actual administración no son autoridades, son funcionarios(as) designados(as) por el Rector. Cada secretario, secretaria y director(a) de área tiene funciones, atribuciones y tareas que atender y resolver. Por su trabajo, responden ante el Rector y, a través de él, a la comunidad universitaria, según su campo de acción.
¿Por qué pintarrajearon los muros del Aula Magna de la UAEM, con textos que dicen: “Me da vergüenza graduarme de una Universidad Feminicida”. Todavía más: “UAEM Feminicida”. ¿Puede existir una institución universitaria que se proponga ser feminicida? Pasan por alto que la Universidad la hacemos (y la hemos forjado) una amplia comunidad integrada por estudiantes, profesores(as), personal administrativo y autoridades. ¿Todos(as) somos feminicidas ahora, ante la muerte violenta de Sonia? ¿Tenemos leyes, estatuto, reglamentos feminicidas? ¿Los palpables avances en materia de Igualdad y de Equidad de Género que campean en cada uno de los espacios educativos de la UAEM, nos han convertido en feminicidas? ¿Si las autoridades judiciales hallan al presunto feminicida, eso convierte a toda la UAEM en feminicida? ¿Por una persona violenta pagará toda la universidad?
¿Qué estamos haciendo en las aulas que no estamos enseñando a pensar con claridad y, con una pizca de sentido común a nuestros estudiantes? Me parece que debemos esforzarnos para que la comunidad estudiantil sepa identificar un problema; sus causas directas o inmediatas; las raíces estructurales e históricas y, desde luego, el camino a seguir para atenderlo y resolverlo. Que sepan diferenciar cuáles son los ámbitos de responsabilidad de las distintas instituciones, de los poderes del Estado y que, ante un suceso devastador como es la muerte violenta de una persona, se inicia un proceso para determinar el tipo de delito, quien lo cometió y, con base en una carpeta o expediente de investigación judicial, se toman las decisiones correspondientes para la impartición y administración de justicia.
El motivo, la causa, puede ser comprensible, pero no la manera de intentar resolver el problema. Jamás hay que caer en la tentación de limitar o impedir la libertad de expresión. Ante ello, por equívoca, desmesurada o extrema que sea la expresión, es preferible la libre manifestación a la represión. Ante ello, la tolerancia y el llamado al diálogo. Para eso somos una Universidad.
Tenemos otra responsabilidad mayúscula: Desnormalizar, para erradicar, todas las formas de violencia que anteceden al fatal feminicidio. Se trata de abrir una nueva etapa de educación y cultura de las emociones y de los sentimientos en toda la población, hasta internalizar (o introyectar, en términos psicoanalíticos) plenamente el respeto a los Derechos Humanos y la cultura de Paz como forma de convivencia.
Por ahora, confiemos en la investigación judicial que se ha puesto en marcha y, como parte de la comunidad universitaria, mantengámonos atentos al cauce que tome este horroroso episodio.
Red Internacional FAMECOM A.C.