La Organización Nacional de las Naciones Unidas define a la violencia contra la mujer como “todo acto de violencia que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o sicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada”; ocupo esta definición como un parámetro mundial que da cuenta del grave problema de la violencia contra las mujeres, misma que no distingue entre nacionalidad, cultura, estatus económico o educación, desafortunadamente está propensa de existir en todos los ámbitos de la vida.
De aquí que en años recientes hemos sido testigos de cómo el movimiento feminista, a través de sus múltiples colectivos alrededor del mundo, ha levantado la voz manifestado un alto a la enorme escalada de violencia en contra de las mujeres. Desde Chile hasta Francia, pasando por nuestro país, miles de mujeres salieron a las calles con la finalidad de hacerse escuchar para lograr que los Estados tomen medidas más eficaces en la erradicación de la violencia de género.
El pasado 25 de noviembre se conmemoró el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, establecido por la Organización de las Naciones Unidas; a partir de esta fecha y por un periodo de dieciséis días (terminando el 10 de diciembre), los Estados, las organizaciones civiles y la ciudadanía en general, se enfocan a promocionar acciones afirmativas que prevengan y terminen con la violencia contra las mujeres, desde los espacios públicos hasta los contextos privados.
De acuerdo con datos de la Comisión Nacional para Prevenir y Erradicar la Violencia contra las Mujeres (CONAVIM), cada año 64 mil mujeres y niñas son asesinadas en el mundo, 14 de los 25 países con mayor número de feminicidios en el mundo están en América Latina y el Caribe, en México nueve mujeres son asesinadas al día, el 43.9% de las mujeres en México ha enfrentado agresiones del esposo o pareja actual y 53.1% sufrió violencia por parte de algún agresor distinto a la pareja (tomando en cuenta que las denuncias oficiales de violencia cuando ocurren dentro del seno familiar, representan una cifra muy por encima de lo reportado).
Desde el hostigamiento sexual, la violencia institucional, la violencia laboral, el acoso, la violación, hasta su punto más álgido: el feminicidio, las mujeres enfrentan día con día situaciones que les impiden gozar de sus derechos más básicos como la seguridad, la igualdad salarial, el acceso a la salud y a la educación, entre muchas otras vertientes. Es por tanto, que han hallado en las protestas una forma de manifestarse en contra de la limitada capacidad de los Estados para brindarles el acceso a una vida plena; no como responsabilidad directa de las autoridades, sino por omisión, corrupción e impunidad.
Erradicar la violencia de género no es un tema de las mujeres, es un asunto de Derechos Humanos en el que todos debemos tomar participación desde el ámbito de nuestras atribuciones para incorporar la igualdad de género como un estilo de vida, no únicamente como un discurso. Por ejemplo, la Organización de las Naciones Unidas, a través de iniciativas como ‘He for she’ busca que tanto hombres como mujeres trabajemos juntos para contribuir al desarrollo de nuestras comunidades, en igualdad de circunstancias.
Nosotros, desde la Subsecretaría que encabezo y, a través de la Dirección General de Desarrollo Político, constantemente llevamos a escuelas, centros laborales e instituciones públicas pláticas de sensibilización, mediante la difusión de información y la promoción de las herramientas esenciales para exigir que los derechos de las mujeres en todos sus ámbitos sean respetados. Con estas acciones pretendemos concientizar a las mujeres y hombres, orientándolos conjuntamente a promover una convivencia basada en los valores y, en paralelo, no continuar reproduciendo comportamientos que deterioran el tejido social.
Visibilizar este grave problema de la violencia contra las mujeres en su justa magnitud, serán piedra angular para que los Estados inserten dentro de sus agendas más y mejores políticas públicas que acaben con esta violencia, para que las mujeres puedan desarrollarse plenamente y podamos sumar todas sus capacidades a la construcción de mejores sociedades.
