En el año 2001, cuando corría el 1º de abril, Países Bajos aprobaba el matrimonio igualitario. A partir de entonces, dos personas del mismo sexo o de sexo distinto, si así lo deseaban, podían casarse civilmente. A la fecha, apenas un puñado de 27 países ha logrado este avance, considerando los 191 que forman parte de la Organización de Naciones Unidas (ONU).
Recientemente, Taiwán ha sido el primer país asiático que se ha sumado a esta oleada de respeto a los Derechos Humanos. Ahora se permite el matrimonio legal sin que la orientación sexo-genérica sea motivo de exclusión en esa parte del planeta.
En la siguiente tabla se puede apreciar cómo se ha avanzado paulatinamente en este asunto público-privado. Hay que recordar que cuando nos deje de importar qué hacen dos personas adultas que se meten a la cama y, con quién, habremos avanzado años luz y dejaremos en paz a una parte del mundo.
Obsérvese que en este aspecto, los años de “mayor cosecha” para los Derechos Humanos han sido 2013 y 2017, a razón de cuatro aprobaciones de matrimonio igualitario por año. Todavía nadie explica las razones de ello.
Los 27 países que lograron el acceso al matrimonio para las personas del mismo sexo, lo consiguieron después de haber sostenido una tortuosa y larga lucha en sus latitudes. Detrás de cada año, que está en la tabla superior, debe entenderse que en realidad se ha desplegado una larga cadena de derrotas; pálidos avances; triunfos (siempre) parciales y, festejos que no cubren cuanto se espera.
Taiwán es otro ejemplo de lo que ha pasado a escala internacional. Desde 1986, este país asiático comenzó su lucha por el acceso a las bodas sin distinción por razones sexo-genéricas. La oposición fue alta y severa. Sobre Taiwán, China ejerció un papel central para evitar que la homosexualidad y el matrimonio fuesen aceptados. El activismo y los partidos progresistas taiwaneses fueron centrales en este procesos, en busca de los Derechos Humanos.
En Taiwán el activista llamado Oi Jiawei había solicitado a los tribunales del Distrito de Taipéi que le aprobaran contraer nupcias con su pareja Lin Jianzhong. Dicha solicitud fue desautorizada. Años más tarde, en 2007, una pareja de lesbianas pidió el acogimiento de una niña, quien era sobrina de una de ellas; la madre biológica no tenía condiciones económicas para sostener a su hija; en cambio su tía homo-social contaba con los medios para ampararla. El juez del tribunal del Distrito de Taoyuán negó la admisión por considerar que la menor podría experimentar confusiones con respecto a los roles de identidad de género.
Taiwán ha sido ese primer país asiático que levanta la voz en nombre de los oprimidos; de quienes han conseguido el derecho a protegerse a sí mismos, tanto a la pareja y/o hijos(a) que han procreado.
Ojalá que un día México se atreva a poner en orden esta temática civil, para que cada quien y cada cual se case con quien le plaza, al margen de su orientación sexual. Si eso existe, todavía.