Guns N´ Roses en el Estado de México

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Guns N´ Roses en el Estado de México

Domingo, 09 Febrero 2020 11:23 Escrito por 
Guns N´ Roses en el Estado de México Los Sonámbulos

Después de una semana de escaramuza política generada por el Fiscal General de la República, Alejandro Gertz Manero, al proponer la eliminación del delito de feminicidio para redefinirlo como agravante de homicidio y que los asesinos reciban sanciones de entre 40 y 70 años de prisión (que es la pena actual, por cierto), es casi posible creer en las “nobles” teorías freudianas que sostienen un “inconsciente deseo de muerte” por parte de las víctimas o, si se prefiere, un “maquinal deseo asesino” por parte de los victimarios (por eso quizás el imparable aumento, según los conteos funerarios oficiales de cada año).

Hete aquí una disparatada postura que “banaliza el mal”, ese que, según Hannah Arendt, pretende sancionar a los asesinos con las penas corporales de rigor, pero no a toda una cultura (deformación social) que se ha venido incubando consistentemente en las voluntades de las personas desde hace varias décadas: el odio en contra de seres humanos, en este caso las mujeres.

Los números, como siempre, pueden ser fríos, pero cada uno habla de la historia de una vida cercenada: los homicidios dolosos y feminicidios en el país sumaron 3 mil 867 durante el año del 2019, esto es, significó más de 5.6 por ciento de aumento en relación con los 3 mil 664 expedientes reportados por ambos delitos en el año del 2018.

Para decirlo más claro (y con preocupación): a pesar de que varios sujetos han sido elevados al rango de celebridad mediática por sus crímenes (como los mal llamados “monstruos” de Ecatepec, o el otro de Toluca, de los cuales “analistas”, comentaristas y otros medios escandalosos deseosos de rating hasta detallan su perfil hematófago), no son sino la muestra de un cáncer cultural muy extendido en el país, del cual en parte se tiene detectado su origen (las familias en gran medida) pero no su cura.

Eso no evitó que el Fiscal General la armara buena durante una semana, el cual por suerte fue frenado en seco por un nutrido grupo de legisladoras federales y hasta por el presidente Andrés Manuel Lopez Obrador; pero con esto se mostró el caso típico en el que se confunde la enfermedad con el remedio, pretendiendo dejar sin sanción el odio homicida, que eso es el feminicidio, según los entendidos en el tema.

Uno de los actos humanos más abyectos (el asesinato por odio, por su condición de mujer en este caso) no puede ni debe ser llevado al terreno del rutinario “importamadrismo” oficial ni social, del sólo voluminoso expediente tal vez concluido con la aprehensión y castigo de los autores.

Más sorprendente es la situación que prevalece en el Estado de México en torno de los feminicidios y de los homicidios dolosos, los cuales ubican a esa entidad como una fuente inagotable de hemorragia femenina a punta de balazos, puñaladas, desollamientos y otros, esto mientras el gobierno distribuye “salarios rosas” y empodera a miles de mujeres, al decir de la propaganda del supuesto programa “estrella” (y quizás el único oficial en esa entidad que sirve para tareas de difusión, además de inspirar encabezados para textos como el presente)

Este caso mexiquense es, como diría mordazmente el sociólogo e historiador estadounidense Christopher Lasch, “vivir el cielo en un mundo despiadado”, eso sí, con las infaltables sonrisas de pose de la autoridad en cada acto multitudinario, dandole un toque de macabra solidaridad.

En tales condiciones, la entidad mexiquense presente un cuadro felizmente siniestro: durante el 2019 fue el estado que registró el mayor número de feminicidios y de homicidios dolosos contra mujeres: 440, o, para decirlo en otros términos, cada mes fueron asesinadas 37 mujeres.

En el año 2018 esa entidad tuvo 404 casos, de modo que en el 2019 reportó 9 por ciento de incremento en ambos delitos, es decir, superó en 3.4 por ciento de casos más lo registrado en el país.

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Jesús Delgado

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