Hemos hablado de los cambios inesperados y urgentes que la pandemia trajo a la vida familiar y social. También, nos referimos ya a la vida en el encierro y a los problemas que este trae consigo.
Tuvimos que aprender a trabajar, estudiar y convivir en casa, todos los días y todo el día, y esta situación también puso a prueba la tolerancia de los seres humanos.
Algunos, lograron el objetivo, pero otros no lo lograron y la violencia en las familias creció exponencialmente afectando de manera muy especial a los niños, adolescentes y jóvenes.
La pandemia no ha terminado y aunque se ha declarado la fase tres, semáforo naranja, más de sesenta mil muertes nos indican que la emergencia sigue en su máxima expresión y, por lo tanto, las clases presenciales en los planteles escolares está lejana.
La luz en el túnel, como dicen los expertos, se ve muy lejos. El semáforo verde tampoco se vislumbra pronto por lo que, los niños y jóvenes tendrán que seguir estudiando desde casa.
Muchas madres y muchos padres de familia tendrán que seguir siendo la guía de los niños y jóvenes en las sesiones de estudio. Ahí es donde debe surgir y acrecentarse la tolerancia, no es fácil convertirse en maestra o maestro, ama o responsable de casa y además en muchas ocasiones en proveedora o proveedor del hogar.
Recordemos que el ejemplo y una buena educación hace magníficos ciudadanos, lo contrario nos hace crear delincuentes y hasta sicarios.
El Estado, que también fue sorprendido por el coronavirus, tuvo que improvisar en el tema educativo; sin embargo, el aprendizaje ha sido rápido y se han creado los sistemas a distancia para el nuevo ciclo escolar. Por televisión, radio e internet, los programas educativos funcionan ya para los estudiantes, y la pregunta es: ¿en casa ya estamos preparados o seguiremos improvisando? el amor a los hijos y la tolerancia serán parte muy importante del nuevo sistema educativo.
En otro tema, los asaltos al transporte siguen siendo el pan de cada día, a pesar de los grandes esfuerzos de la autoridad para controlar el monstruo en el que se convirtió el transporte público en nuestro estado; es de reconocer que existen muchos concesionarios y líneas responsables que se han sumado a los planes de la autoridad del transporte y han buscado siempre mejorar su servicio mediante los sistemas que se implantaron recientemente: las cámaras, las alarmas silenciosas y todo un engranaje que busca la seguridad de los usuarios. Yo, personalmente, estimados lectores, lo comprobé, en mi incursión por la policía del municipio de Toluca, las reuniones con CANAPAT eran semanales y en todas se buscaban las medidas para procurar un transporte seguro. Sin embargo, no podemos soslayar que una parte del transporte es irregular y este es el primer obstáculo que limita las acciones por la seguridad.
Otra circunstancia que hace peligroso el transporte, sobre todo, en la zona conurbada a la Ciudad de México, es la violencia cada vez más cruenta de los delincuentes, desafortunadamente, sin humanidad, maltratan y lesionan a quienes tienen la necesidad de utilizar este medio para llegar a sus lugares de trabajo y hogares.
Por cierto: he visto por lo menos dos casos de violencia extrema de asaltantes en combis y no sé si esto justificaría la que se desata cuando los pasajeros responden. ¿Será justicia o venganza?
