Con un marco de referencia no muy agradable, en donde se percibe un gran aumento en la violencia contra las mujeres, y de manera inexplicable de niñas y adolescentes, hoy celebramos el Día Internacional para Eliminar la Violencia en contra de las Mujeres.
Increíblemente, se ha disparado, en últimas fechas, la desaparición, tortura, delitos sexuales, lesiones y homicidio en contra de mujeres y muy especialmente de menores de edad. También de manera inexplicable, entre los autores materiales e intelectuales de estos delitos, siempre hay alguien muy cercano o dentro de los círculos de confianza de las víctimas. Tendríamos que buscar una razón justificable para explicar el porqué de cada caso, pero para mí no existe, no es posible que la amistad, el cariño o hasta el amor se puedan convertir en un odio tan extremo como para quitarle la vida a alguien que en alguna ocasión estuvo tan cerca.
El machismo o el desdén amoroso no son justificantes, es cierto que la ley daba a los padres de familia el derecho de corrección, el cual, para mí, acaba con las reformas legales que prohíben hasta los regaños a los hijos, pero existe una gran brecha entre el derecho de los padres a corregir y la violencia familiar hacia los hijos, especialmente hacia las hijas.
Tendríamos que establecer líneas muy específicas y visibles para determinar, cuáles son actos de apoyo y protección y cuáles constituyen verdadera violencia hacia las mujeres. Existen muchas recomendaciones sobre el internet para no permitir que nuestras hijas caigan en las redes de tratantes y, por otro lado, se dice que el intervenir en sus comunicaciones o en lo que ven en las redes puede ser violencia, tenemos que identificar verdaderamente qué actos son justificables y cuáles no.
Lo que quiero decir es que en una sociedad moderna y que se dirige velozmente a la automatización, es importante crear los mecanismos de control y apoyo para que en el marco de la normalidad esta tecnología no sea utilizada para la comisión de delitos en contra de las mujeres, niñas y adolescentes, principalmente.
Es cierto que muchos actos de violencia, se dan en el entorno familiar primario, durante el noviazgo y en el matrimonio, también lo es que pocos se denuncian y eso convierte a las mujeres en víctimas poténciales, es increíble que en nuestra época exista todavía ese sentimiento de inferioridad y escuchemos pretextos como “es que mi papá tiene derecho a corregirme”, “es mi hermano mayor”, “mi novio me quiere y por eso me cuida y me regaña” y “es mi marido y que voy a hacer sin él”, increíble pero cierto y estas ideas fuera de contexto hacen que los delitos no se denuncien y los infractores queden impunes.
Podríamos hablar mucho de este tema, para conmemorar el día naranja, pero lo principal es convencernos como sociedad que la mujer no es el sexo débil que debe protegerse, es como los hombres, un ser con aspiraciones y grandes dones que tienen la misma o más capacidad y el mismo derecho a ser grandes profesionistas, trabajadoras, madres de familia, pero, sobre todo, derecho a ser felices.
Abonemos al trato igualitario, a la no violencia contra las mujeres, a la denuncia en contra de quienes la ejerzan y sobre todo a hacer que en justicia cada mujer y cada hombre logren sus metas y objetivos. La responsabilidad está desde casa en la educación familiar, en la escuela y sobre todo en la sociedad, no es con violencia como se frena la violencia, es con inteligencia como se logra La Paz social.
Por cierto: se anuncian muchos eventos para conmemorar este día, participemos como muestra de nuestra voluntad para hacer un mundo mejor para las mujeres, sobre todo, para las que necesitan nuestro cariño y apoyo moral, las niñas y adolescentes.