Sobre AMLO, el elefante reumático (y su curva)

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Sobre AMLO, el elefante reumático (y su curva)

Domingo, 29 Noviembre 2020 09:21 Escrito por 
Jesús Delgado Jesús Delgado Los Sonámbulos

Desde la cantaleta de los sectores neoliberales, al presidente Andrés Manuel López Obrador se le exige “respeto a las instituciones y a la ley, al Estado de Derecho”. “Intelectuales”, ex presidentes, voceros empresariales, etc., todos ven una “amenaza” a la legalidad.

Es, por supuesto, una demanda tramposa que pretende ocultar, sin lograrlo, las verdaderas intenciones: mantener un modelo político y económico cuyas consecuencias ya estaban a la vista mucho antes incluso del surgimiento del malvado bicho del coronavirus, el cual sólo dio la puntilla y terminó por desnudar todas las miserias generadas.

Las principales miserias son la desigualdad y la pobreza, mismas que no sólo ha detallado con destreza, por ejemplo, el economista francés Thomas Piketty, sino que también graficó (vergüenza elocuente) otro economista, el serbio-estadounidense Branko Milanovic, en su famosa “Curva del Elefante”, que muestra una trompa en cuya cumbre se halla el tristemente famoso “1” por ciento” de la población mundial, el cual concentra la riqueza.

Piketty y Milanovic han investigado y “cronicado” los orígenes que engendraron el apéndice paquidérmico, esto es, las creencias que configuraron ese “Estado de Derecho” tan cacareado por el conservadurismo más recalcitrante, tanto de nuestro país como de otros.

Ambos investigadores han ofrecido, de paso, algunas “recetas” para hacer del nuestro un mundo menos desigual (cobros de impuesto a herencias y a transacciones financieras, algo así como “camisas de fuerza” para un Ogro Salvaje desquiciado), las cuales en nuestro país han pasado casi de noche.

Ese animal con su pronunciada “curva" fue el que en realidad encontró Andrés Manuel López Obrador al asumir la presidencia el 2018, además del paquidermo “reumático y mañoso”, todo adiposo debido a la sinecura estructural (vil burocracia), al servicio del poder económico, y que sigue en gran medida “echado”, con algunos movimientos apenas.

En este sentido, a punto de cumplirse dos años de la asunción del primer gobierno presuntamente emanado de las filas de la izquierda en el país, resalta el hecho de que algunos edificios neoliberales, parte de esa trompa del mamífero, permanecen intocados y otros han sufrido algunos raspones, siempre con el coro de “respeto al Estado de Derecho”, o la violación del mismo, como fondo musical conservador.

Echar abajo ese monumento neoliberal como era el NAIM en Texcoco, donde los supuestos ambientalistas fingieron demencia a pesar del daño al entorno y a las comunidades de esa zona del Estado de México, supuso un punto de ruptura.

También, a pesar del griterio neoliberal para que se continuara con los planes privatizadores y entreguistas de la “reforma energética” y se enviara al basurero la chatarra en que fue convertida la paraestatal Petróleos Mexicanos (Pemex), al menos se puso un freno pero el asunto sigue en el limbo.

Esto explica el pataleo vigente de “inversionistas”, el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM), así como de “ambientalistas” y neoliberales de doble moral que exigen al gobierno proyectos de “energías limpias” mientras abrazan entusiastas las “bondades” de la “reforma energética”, es decir, la “privatización” petrolera.

Además, el combate a los grandes evasores de impuestos, beneficiarios del “Estado de Derecho” neoliberal (por suerte ya modificado en parte), es un paso trascendente pues constituye uno de los puntos centrales que han generado esa desigualdad, tema tabú para la doctrina del “Ogro Salvaje” que defiende la evasión y la elusión fiscal a gran escala (mediante “su Estado de Derecho” desde luego) pues, según ellos, eso permite la inversión, el crecimiento y el empleo, es decir, justo lo contrario de lo que ha sucedido, dando paso en cambio a la acumulación por la acumulación y a ese ignominioso “1 por ciento” que configuró la trompa del elefante de Milanovic.

Los mencionados son pasos importantes, igual otros lances (cambios a la subcontratación -outsourcing-, la despenalización de la marihuana, incremento de salarios, la eliminación del fuero presidencial), pero insuficientes para levantar al animal, hacerlo que camine y, especialmente, para enderezarle un poco la trompa.

Al respecto, hay dos puntos en los que la “Cuarta Transformación” se ha mostrado, si no omisa, por lo menos vacilante. Uno es el desbocado mundillo financiero que ha hecho de nuestro país un enorme casino (principalmente el mercado de dinero) y desde donde es posible operar el “milagro” de incrementar la deuda pública en forma importante sin haber solicitado préstamo. Es un tema que tiene patas pa`rriba al mundo y a nuestro país y amerita incluirse en toda reforma fiscal que se pretenda de largo alcance.

El otro asunto es la corrupción, asumido más como elemento de discurso que combatiéndolo plenamente. Los neoliberales simulan o de plano ignoran el cumplimiento del “Estado de Derecho” en casos como la “Estafa Maestra”, los “sobornos” y trastupijes en torno de la “reforma energética”, Pemex y Odebrecht y otros, pero buena parte de la transformación pretendida pasa justamente por no dar pasos laterales.

En otras palabras, sin acciones sustanciales para demoler “irrespetuosamente” el vigente ”Estado de Derecho” en ámbitos cruciales, al elefante no le van a servir ni las tradicionales recetas de la abuela a base de marihuana (ya despenalizada) para curar sus reúmas.

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Jesús Delgado

Los sonámbulos