Durante décadas en todas las sociedades en el mundo se ha tratado de controlar a los medios de comunicación. Primero fueron los libros y las imprentas que en la era medieval mantuvieron el acoso de la Santa Inquisición que ordenaba quemar libros y excomulgar a los escritores que atentaban contra Dios y la religión. Con la popularización de la imprenta y la aparición de la prensa escrita, los gobernantes mantuvieron siempre una constante presión sobre los dueños de esos medios de comunicación que durante más de dos siglos fueron los principales medios de información en todo el mundo, manteniendo por vías “amables” y otras un poco más rudas, el control de lo que se escribía y se publicaba. A veces las amenazas y presiones se ejercían directamente en contra de los periodistas y columnistas y, en otras, sobre los dueños de los medios de difusión. Se ejercía una censura a toda costa. Durante mucho tiempo en México y, particularmente en la era posrevolucionaria se ejerció sobre políticos opositores y sobre directores y dueños de medios de comunicación escritos la política de las “tres erres”.
El control se obtenía a toda costa y se lograba con encierro, con destierro o con entierro; claro esto después de ofrecer negocios o dinero.
Durante la era del radio y la televisión que durante cerca de un siglo fueron los verdaderos medios masivos de comunicación y la política y la censura fueron de la mano. El mantener la línea editorial del lado del poder era la contante. Solo se toleraban pequeñas críticas y comentarios para oxigenar la conciencia social y para mantener cierta credibilidad tanto de los medios como de los presentadores de noticias. Locutores y periodistas eran entonces auténticos agentes del control social. La televisión y la radio eran fácilmente controlables pues eran un jugoso negocio que dependía siempre de la renovación de la concesión del gobierno para continuar en el aire y, además, la publicidad gubernamental constituía una enorme fortuna que el Gobierno m inyectaba para mantener la propaganda del régimen en turno metida hasta los hogares de todos los ciudadanos. Era un binomio perfecto de control social. Estado- medios de comunicación. Lograron durante décadas mantener en todo el país la estabilidad que todo gobernante desea. Nada pasaba. Todo era miel sobre hojuelas y parecía un indisoluble matrimonio en el que todos ganaban. Los medios electrónicos y la prensa escrita, salvo contadas excepciones, se mantuvieron perfectamente alineadas y al servicio del poder. Ello afianzó la era del PRIato en México, la dictadura perfecta supo adecuarse perfectamente a esa fórmula perversa que mantuvo al pueblo de México prácticamente en el oscurantismo político y social.
Pero llegó la era de las redes sociales. Con el triunfo electoral de Barack Obama, ex Presidente de Estados Unidos y su exitosa campaña en las incipientes redes sociales, se abrieron las puertas a medios alternativos al oficial. Las “benditas redes sociales” fueron la punta de lanza para que el ahora presidente, Andrés Manuel López Obrador, rompiera el cerco mediático del que fue víctima después del fraude electoral de 2006. Twitter primero y después Facebook dominaron la comunicación ciudadana. Los espacios noticiosos se abrieron y se democratizaron de tal suerte que prácticamente cualquier usuario de redes sociales podía hacer y ser su propio medio informativo; se utilizó la información para que, prácticamente en tiempo real, estuviera en la palma de la mano de los ciudadanos y se rompieran los controles gubernamentales sobre lo que debe o no conocer la gente. Se inauguró, pues, una libertad de información desconocida y con ello, la posibilidad de entrar en una auténtica democratización de los medios de comunicación. Sin embargo, se presentan auténticos nubarrones en esta joven era digital. Las acciones encabezadas por los dueños de Facebook, Twitter y otras redes sociales sobre sus políticas de protección de datos, identidad y contenidos ha llevado a una nueva era de la censura en la información. Ahora los directivos de las redes sociales son los que determinarán qué debe transitar en el ciberespacio y qué no. El control de la información que ve cada usuario mediante el análisis de sus consumos digitales permite sea fácilmente influenciado por el tipo de información que se le hace llegar. Y si el caso es de mayor importancia, los dueños de las redes sociales pueden determinar la cancelación o suspensión de las cuentas de aquellas personas que estimen conveniente mediante la aplicación de sus políticas de contenido. La feminización de Rusia y los rusos y la censura de la información proveniente de las fuentes del gobierno y de muchas empresas rusas, es un despropósito que solo permiten conocer una sola cara de la moneda. La historia nos dice que en todas las guerras y en todos los enfrentamientos políticos existen dos o más versiones de los hechos. Por tal razón todos debemos tener acceso a la información y que ésta fluya con libertad. Los excesos y la censura que ha llevado a cabo la élite de las redes sociales pueden marcar el principio del fin de esos medios alternativos de comunicación pues, en buena medida y sin temor a equivocarme, su éxito se basó en la pluralidad y diversidad de sus contenidos y que nos llevó muy rápidamente a gozar de la libertad informada que carecíamos.