Maternidad adolescente

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Publicado en Opinión

Maternidad adolescente

Lunes, 10 Octubre 2022 00:35 Escrito por 
Gilda Montaño Gilda Montaño Con singular alegría

Es indudable que uno de los principales retos de la política de población en el último cuarto de siglo, ha sido impulsar la desaceleración del ritmo de crecimiento demográfico. Se puede decir, sin lugar a dudas, que los avances en este sentido son notables; sin embargo, la persistencia de importantes desigualdades y rezagos en algunas regiones del Estado, hacen necesario focalizar y reorientar algunas tareas de las políticas sociales y de población, con la finalidad de que sus objetivos primordiales puedan convertirse en una realidad para todas las personas.

Son también múltiples las evidencias que sugieren que en el Estado de México las instancias del Sector Salud han ejercido una influencia determinante en el cambio de la fecundidad. Es innegable que la disponibilidad de información sobre métodos anticonceptivos, la institucionalización y expansión de los servicios de planificación familiar y la legitimación pública del principio de regulación de la fecundidad han desempeñado un papel decisivo en los cambios que han tenido lugar en nuestro estado en los últimos años.

Se considera que la salud materna e infantil mejora sustancialmente cuando la madre tiene por lo menos 18 años de edad. Los embarazos adolescentes y por tanto la maternidad adolescente se asocian con una peor salud tanto de la madre como de los hijos. Se nos están embarazando las niñas, ya a los diez años de edad.

Entre los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, México ocupa el primer lugar en embarazos de jóvenes de 15 a 19 años. Según el informe de Maternidad en la Niñez, del Fondo de Población de Naciones Unidas, UNFPA, en países de desarrollo los embarazos en adolescentes son más probables entre niñas de hogares de ingresos más bajos, con niveles de educación más bajos y que viven en zonas rurales.[1] Por esto se observa que entre las jóvenes de 16 a 20 años, existe una tasa de embarazos de 122 por cada mil y el grupo donde la fecundidad es mayor, es el comprendido entre los 24 y 30 años, donde una de cada 3 mujeres da a luz cada año. En los años posteriores disminuye.

La Constitución garantiza al hombre y a la mujer la libertad de tener hijos, en el número que ellos decidan, pero les impone la obligación de procrear con sentido de responsabilidad. Los hijos requieren educación, cuidados de toda índole, cariño, compañía; los padres están obligados a proporcionarles esas atenciones, a fin de formar seres humanos sanos, fuertes, equilibrados y felices. La tarea no es fácil. De aquí que la ley llame la atención sobre la responsabilidad que la pareja tiene cuando decida –y ese es el ámbito de su libertad- dar vida a un nuevo ser humano.

Durante las últimas tres décadas la población del Estado de México ha llevado a cabo una silenciosa revolución demográfica. En este periodo, el número promedio de hijos de las familias mexiquenses descendió significativamente respecto a los niveles observados en los primeros sesenta años del siglo pasado. Esta transformación en las pautas reproductivas de las mujeres se vio acompañada -y en buena medida fue la consecuencia- de un aumento considerable en la adopción de prácticas de regulación de la fecundidad a través del uso de métodos anticonceptivos, especialmente de los métodos modernos.

¿Sirvieron los métodos de anticoncepción implementados por el GEM? En este sentido, pensamos que la comunicación no ha sido ni suficiente ni la adecuada, para hacer llegar a las mujeres los distintos métodos de planificación familiar. Por esto se observa que, entre las jóvenes de 16 a 20 años, existe una tasa de embarazos de 122 por cada mil y el grupo donde la fecundidad es mayor, es el comprendido entre los 24 y 30 años, donde una de cada 3 mujeres da a luz cada año. En los años posteriores disminuye. Triste caso.

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Gilda Montaño

Con singular alegría