Desde su creación, el Instituto Nacional Electoral goza de credibilidad y ha sabido ganarse el respeto de la ciudadanía por la limpieza de su actuación. Eso ha garantizado que los resultados de las elecciones no tengan la sombra de la duda o la suspicacia, como sucedía anteriormente cuando el estado se encargaba de la organización y calificación.
Ahora se encuentra bajo la amenaza de desaparecer porque al presidente Andrés Manuel López Obrador se le ha metido en la cabeza que el gobierno debe hacerse cargo nuevamente de las elecciones y para ello ha diseñado una Reforma Electoral que, en primera instancia, propone la extinción del INE y la creación del Instituto Nacional Electoral y de Consultas.
El primer órgano electoral nació el 7 de enero de 1946, con la entrada en vigor de la Ley Federal Electoral, que creó la Comisión Federal de Vigilancia Electoral, como descentralizado de la Secretaría de Gobernación. Desde entonces, el órgano electoral ha sufrido muchos cambios hasta el nacimiento del INE, el 22 de agosto de 1996. Su consejo general se constituyó por nueve consejeros con derecho a voz y voto propuestos y designados por dos tercios de la Cámara de Diputados, de los cuales uno de ellos fungiría como presidente.
En 1997 por primera vez en la historia, el PRI perdió la mayoría absoluta en el Congreso federal y en las elecciones de 2000. También, por primera ocasión, se dio la alternancia en el Ejecutivo federal. Mucho ha batallado el INE para fortalecer su independencia y borrar cualquier síntoma regresivo.
A menos de dos años de la elección del próximo Presidente, Andrés Manuel López Obrador envió, por segunda ocasión, una iniciativa de reforma electoral que contempla, como decía, la desaparición del INE, así como disminuir de 11 a 7 consejeros electorales, eliminar el financiamiento a los partidos políticos para actividades ordinarias y desaparecer a los legisladores plurinominales.
El Instituto Nacional Electoral y Consultas sería el único en el país encargado de organizar las elecciones en los estados y, en el ámbito federal, mantendría su independencia para garantizar los principios rectores de la función electoral.
El Presidente necesita, como en el caso de la aprobación de la permanencia del Ejército en las calles hasta 2028, convencer a diputados y senadores del PRI y PRD, además de sus aliados PT y PVEM, para aprobar esta reforma, pero, salvo que el PRI tenga intenciones de desaparecer, se animarían sus legisladores a votar a favor de este cambio constitucional, por lo que parece prudente dudar que así suceda.
El sistema actual impide la sobrerrepresentación de la fuerza política mayoritaria; fue diseñado para permitir la presencia de las fuerzas políticas minoritarias; eliminarlo implicaría regresar esa mayoría al partido preponderante.
Mientras eso sucede, legisladores de oposición, empresarios y organismos civiles agrupados en el Frente Unid@s anunciaron el lanzamiento de una campaña en defensa del INE, de cara a la discusión de la reforma electoral propuesta por AMLO.
En la reunión #EnDefensadelINE, organizada por el Frente Cívico Nacional se propuso llevar a cabo el próximo 13 de noviembre una movilización del Ángel de la Independencia al Hemiciclo a Juárez y se planteó establecer unidades estatales en defensa del órgano electoral para defenderlo y llevar esa campaña a las calles.
Parece que la tarea inmediata de los mexicanos es visualizar qué tipo de democracia queremos para el futuro, porque el riesgo de regresar al esquema del partido único es muy grande. Hay que defender las instituciones democráticas que tanto trabajo costó a este país estructurar. Hay que evitar a toda costa el regreso a las elecciones de Estado.