Ha concluido la Semana Santa –dice el periodista mientras sorbe de su café sureño (Y es que el gremio de la información conmemoramos un aniversario más del Día del Periodista Mexiquense, allá en Sultepec, cuna del insurgente periódico el Ilustrador Nacional)-, pero regresando al tema, me centraré en un día especial, el de la muerte de Jesús por una traición.
Mire, pocos recuerdan el significado del Jueves Santo que conmemoran los cristianos y católicos del mundo, pero que disfrutan todos como periodo vacacional. Con el Jueves Santo concluye la cuaresma e inicia lo que conocemos como pasión, muerte y resurrección de Jesucristo. La pasión va acompañada de una serie de sucesos como la última cena y la traición del apóstol Judas, un fiel seguidor de Jesús y a quien le entregaron 30 monedas de oro a cambio de entregarlo, y así ocurrió pero, aquí hago una pausa para decirles que en México, bueno, en todo el mundo, por la búsqueda y deseo de poder, infinidad de traiciones, y muchas, como Jesús, han terminado en el asesinato o la desaparición de aquellos a quienes se ha considerado como enemigos, o en su arresto y encarcelamiento, sobre todo políticos, pero también empresarios, periodistas o activistas sociales que le han estorbado al poder en turno, o al narco poder.
De hecho, desde Hidalgo, pasando por Morelos, Madero, Pino Suárez, Juárez, Villa, Zapata o el mismo Porfirio Díaz, la historia de México ha estado manchada por la sangre de la traición.
Incluso en el México actual, podemos advertir como la venganza política se esconde o se justifica en un pueblo traicionado, para “brincarnos” aquellas leyes que no están a modo para los gobernantes, y echarles el lazo a gentes como Emilio Lozoya, por allá del 2020; o Alonso Ancira, Juan Collado, Rosario Robles, ambos en 2019, Luis Cárdenas Palomino, Julio Cerna o Jorge Luis Lavalle, vinculados al caso Odebrech, o los gobernadores César Duarte, Roberto Sandoval, Mario Marín, Jaime Rodríguez, el bronco, o el más reciente caso de Genaro García Luna, y sí, todos y todas unas auténticas fichitas, pero que le han servido al poder en turno para machacarle al pueblo como, a través de ellos, los políticos del pasado los han traicionado.
Algunos creen que, a cambio de un orden de seguridad y un control de la violencia, se ha beneficiado a un cierto cártel y se traicionó a otros que controlaban el golfo, pero esa es sólo una especulación.
Lo que parece, no, no parece, es real, es que cómo confiar en la política que justifica la democracia, convocando a la violencia, acusando al pasado y aliándose tramposamente para lograr curules o puestos políticos, traicionando ideologías para escalar al poder, como ocurre con algunos partidos en el estado de México, de color verde o rojo con amarillo, o azules o rojos, los que aplaudimos a quienes cambian de partido por intereses ruines esperando que los electores crean que esos cambios obedecen al respeto social, o que buscan sus 30 monedas, pero también estamos los ciudadanos, que también traicionamos a nuestras familias por herencias, cuando robamos o asesinamos por órdenes criminales, del poder en turno o de grupos criminales, o cuando “le aventamos” el camión a conductores, cuando descuidamos a nuestros hijos, o no hacemos nada por aquellos que viven en las calles, cuando permitimos que las drogas nos idioticen o normalizamos la violencia en cualquier parte, o mentimos prometiendo o humillando. Decía el escritor Clive Staples, “Nos reímos del honor y nos sorprendemos luego de encontrar traidores entre nosotros” … Mi twiter @raulmandujano