El presidente Andrés López Obrador que dice ser un demócrata y que respeta la división de poderes, arremetió de nueva cuenta en contra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, ¿el motivo? El que seguramente ya todos conocen, sepultar el plan “B” de la reforma electoral.
Es de todos conocido que, cuando al presidente no se le cumplen sus deseos, se va a la yugular en contra de quien sea, con todo el peso del poder que representa, que, de hecho, no es poco, debe incluirse a la prensa que tiene bajo su control y a las fuerzas armadas, ha construido un gran bloque a su servicio.
López Obrador se ha dedicado a distorsionar la realidad, lleva más de cien mil mentiras que lo evidencian. Lo peor, es que la clase política, y la sociedad en general, han normalizado para su vida cotidiana todo lo que se maneja desde palacio nacional. Ya no se sabe qué es mentira y qué es verdad, la señora de la gustada sección de “quién es quién en las mentiras” en el programa mañanero, con descaro y sin rubor alguno, lo dejan tan claro como es posible, pero aparentemente a nadie parece importarle.
Y con el manejo de su peculiar manera de conceptualizar la justicia, la legalidad, a los ojos del originario de Macuspana, le significa un estorbo, “no me vengan con que la ley es la ley”, frase que lo descubre de cuerpo entero, y con la que acomodó a su antojo la voluntad del expresidente de la Corte, Arturo Zaldívar.
Sin embargo, en cualquier país que se precie de ser democrático y con una auténtica división de poderes, podría aceptarse sin mayor queja que la transgresión a la Constitución Política es evidente, y que de esta forma, la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), tendría que resolver sobre esa violación y dejar sin efectos la propuesta violatoria, aceptando sin recelo, dicha resolución.
Pero en nuestro país, en la actualidad, eso no sucede, desgraciadamente la legalidad ha pasado a un segundo término en la discusión diaria, al grado que, haciendo eco del presidente, sus correligionarios y, especialmente aquellos a los que les interesa ganarse el corazón tabasqueño para llegar a la candidatura presidencial, arremeten cada que pueden en contra de la SCJN.
Ahora, a los ministros los hacen ver como los enemigos del pueblo, ¿por qué? ¿Lo son? Esas preguntas debería respondérsela cada ciudadano, en su interior, y actuar de acuerdo a esta. Nunca como hoy, la Corte, el INE y otros organismos autónomos se han visto en tal peligro como el que se está viviendo, el cual se ha generado con base en un rencor sistemático e incontrolable desde lo más alto.
El motivo, es que las decisiones de la SCJN afectan a los intereses de López Obrador, esas determinaciones le han marcado un alto a su abuso que tiene la intención de pasar por encima de lo que determina la Constitución, por eso, es el enojo creciente, porque son cosas que no soporta, no le gusta que le lleven la contraria y menos, cuando se trata de un tema que le es vital para continuar con su proyecto llamado “cuarta transformación”, y es ahí de donde surge la amenaza, de hacer lo que en su momento hizo el ex presidente Zedillo, meterle mano y colocar a ministros que le permitan hacer lo que le venga en gana.
Esbozando su ya clásica risita, señaló que los conservadores se pondrían como energúmenos, dirían (dijo): “se trata de una dictadura”, cuando a estas alturas de la administración lopezobradorista son pocos los que aún no consideran que es precisamente esa su intención.
El mamotreto que la Suprema Corte de Justicia estudió y resolvió su inconstitucionalidad, lucha contra un personaje enemigo de la legalidad, enemigo de la ley y de la división de poderes, es, hasta ridículo escuchar que sea quien hable de división de poderes y de respeto, cuando es el primero que violenta esa división. Al inicio de su administración, se comprometió con el poder judicial a no entrometerse con sus decisiones, y, ¿entonces?
Sí, aunque el tabasqueño se ría, es el propósito y bien lo ha evidenciado, pensando en que, al decirlo él, deja de tener vigencia, desafortunadamente son muchos los mexicanos a los que les importa tres pesos, o que disfrutan de ese régimen con el que se identifican.
La SCJN ha estado bajo fuego desde el púlpito presidencial, y ahora, con la ministra Norma Lucía Piña Hernández, como Presidente de la Suprema Corte, las cosas han empeorado, ya no es más el ministro Zaldívar quien se encontraba a su disposición y a los de sus deseos, ya no más suspender votaciones para “convencer” sobre el sentido del voto, ya no más visitas a sus oficinas para recibir instrucciones, ya no más subordinación, por el momento.
Lo que está en peligro no es únicamente la SCJN, o el INE, o los demás organismos autónomos, lo que está en verdadero riesgo; es perder años de sacrificios de todos los mexicanos para construir un país. Un día, López Obrador se irá, un día sus herederos, si es que consiguen continuar con eso que le llaman proyecto, también se irán, pero quedará el verdadero pueblo, y posiblemente, podrá reinventarse, pero se habrá perdido en el camino: tiempo, y miles de vidas humanas.
No tiene nada de gracia que sea el propio titular del ejecutivo, quien juró cumplir y hacer cumplir la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen, el que hable de dictadura, cuando siempre dijo que era Maderista y que su convicción es la no reelección, pero, en este momento, ¿quién le cree?
Las fuerzas armadas han tomado un protagonismo impensable, el poder que ha logrado controlar el presidente debería ser inaceptable, el desperdicio de recursos económicos para obras que no contaron nunca con las autorizaciones respectivas, podrían quedar como elefantes blancos para las siguientes generaciones. La inseguridad ha sembrado terror a comunidades enteras, muchas de las cuales se convirtieron en pueblos fantasmas.
Y, para colmo, todavía jugando al único juego que conoce; el electoral, López se atreve a presumir que ya sabe quién será el elegido de la oposición para contender en contra de los que él considera los mejores prospectos para gobernar, que con lo único que cuentan, es con la obediencia a ciegas que le deben al originario de Tabasco, aún el capítulo no se ha cerrado, y tiene guardadas muchas cosas por descubrir.