La culpa es del propio Andrés. Sus ironías sobre lo que hacen sus enemigos políticos; los malos chistes para vetar las evidencias de sus errores; su indiferencia ante el infortunio de madres buscadoras, o de hijos con cáncer; la prepotencia del dictador que influye con indirectas a que empecinados discípulos se conviertan en violentos defensores de su palabra… Él provocador de la sedición, sabe que el montaje venda los ojos y una capilla podría hacerla parecer una basílica pero, en el imperio que ha construido, también existen sediciosos, como los “shabab” en Libia, o los combatientes Panjshir contra los Talibanes; o la resistencia judía contra los Nazis, o la Legión de Defensa de Ucrania contra el dictador Putin, o quizá los estudiantes mexicanos del 68 contra el déspota Díaz Ordaz. “No somos monedita de oro”… reza el dicho.
Y como el que se ríe se lleva, los decretos del prelado son altercados, reciben las mismas burlas y memes que él provoca en sus enemigos. Y se entiende. Lo misterioso es escudriñar porqué, en una nación agobiada por la violencia, sometida por grupos criminales y una tendencia al alza de feminicidios con reportes al mes de mayo de 235 crímenes, la mujer sigue siendo el foco vulnerable los ataques.
Mire, en un ejercicio minucioso, entre los más de 13 mil asesinatos de mujeres en este sexenio, se ha registrado una clasificación muy interesante y depresiva. Cheque estos datos –dice el periodista mientras sorbe de su té de manzanilla sin azúcar-: Si 13 mil es el 100 por ciento, en la clasificación de ONG’s como el Observatorio Ciudadano Nacional del Feminicidio y el Observatorio Estatal de Violencia Contra la Mujer, los ataques mortales contra la mujer a partir del discurso violento de género representan el 4, por ciento. No parece mucho pero, son al menos 520 mujeres asesinadas por su lucha política (madres buscadoras, funcionarias públicas, aspirantes a cargos políticos…) y los presuntos victimarios, son personas que reciben información pública, la interpretan y ejecutan a partir de padecimientos mentales, creencias religiosas, políticas o incluso deportivas.El 50 por ciento son crímenes ocurridos en el ámbito familiar. De relaciones maritales, extramaritales y noviazgos tóxicos; el 20 por ciento se han identificado por antecedentes de relación con grupos delictivos; en promedio, otro 24 por ciento tienen que ver con temas de homofobia, y el uno por ciento, pequeño tal vez, el cometido en agravio de mujeres migrantes.
El caso es que, muy extrañamente, las mujeres en el gobierno de Andrés –dentro de su gabinete-, no reciben la misma atención que sus “muchachos”. Su ex secretaria de gobernación, Olga Sánchez Cordero, mejor fue “invitada a colaborar desde el Senado; la directora general de la CONADE, Ana Gabriela Guevara Espinoza, ha sido “foco” de ataques mediáticos ante sus ingenuas respuestas por negar apoyo a deportistas y hoy, la embestida es contra la nueva secretaria de Gobernación Luisa María Alcalde Luján, negándole capacidad para el cargo, tras su gris tránsito por la Secretaría del Trabajo.
Me parecen viles las provocaciones. Cuestionan su ascenso denigrándola a una simple edecán; la etiquetan como una diputada de aparador; investigan en redes sociales a ella y su familia buscando fotografías que la comprometan, porque, en el retablo de la senectud gubernamental, una joven de 35 años de edad, que entró a Morena a los 31, tiene algo más allá que ser la pieza que una a las juventudes morenas con el tiempo geológico guinda. Luisa, aunque no tenga la defensa del presidente, merece esta oportunidad, y los chacales deberían bajarle a la violencia de género que tanto daño causa… Sólo digo. Mi Twitter @raulmandujano