De la decepción porque no la dejaron boxear y la tristeza de una lesión que la retiró del atletismo de velocidad, la mexiquense Guadalupe González Romero encontró consuelo en la marcha, deporte que no le gustaba, se sentía ridícula caminando a alta velocidad, pero que ahora la tiene no sólo como la mejor de México en esa modalidad, sino también entre las mejores del mundo.
Y justo ahora que goza de los reflectores, que todo mundo está al pendiente de sus palabras, Lupita González no las gasta en ella, sabe que sus logros provocarán los apoyos inmediatos; pero aprovecha los micrófonos y pide, exige, porque ahora está en posición de hacerlo, que los presupuestos públicos destinados al deporte lleguen a los semilleros, a esos deportistas que apuestan por el alto rendimiento pero que ante la falta de dinero deben combinar su disciplina con otra actividad que les genere economía, a ellos que, incluso mermando los gastos familiares, se aventuran en un mundo complicado, burocrático y donde los éxitos, al menos en México, son frutos de esfuerzos individuales, llenos de sacrificios y con nulo respaldo.
Guadalupe lo vivió, es más, lo sigue padeciendo. Pese a destacar de inmediato en la caminata, y meterse entre las mejores del país, pocos creyeron en ella fuera de su entrenador y su familia. Para su fortuna, al frente del deporte de la Universidad Autónoma del Estado de México está una ex atleta, una mujer que sabe de las carencias, también ex marchista, Esther Sánchez Coyote, quien apostó por ella, le dio el respaldo de esta casa de estudios y la ingresó a su lista de deportistas becados pese a que, en ese entonces, 2014, González Romero estaba lesionada.
El resto de la historia es de éxito. Vinieron triunfos nacionales, oro en Juegos Panamericanos, medalla en la Copa del Mundo, subcampeonato en los Juegos Olímpicos y ahora segundo lugar en el Mundial de Atletismo. El apoyo de la UAEM fue una buena inversión.
Pero no todos los deportistas en este país tienen tanta suerte. La mayoría deben pasar todo tipo de peripecias para tratar de destacar en su disciplina, más en un sistema donde parece que no se merecen nada hasta demostrar lo contrario, pues aquí si consigues un triunfo internacional entonces hasta ese momento llegan las becas, los apoyos, el recurso, junto con la inseparable fotografía de políticos que presumen el "fomento al deporte". Mientras eso no suceda, millones de niños y jóvenes se rascan con sus propias uñas para defender la bandera de un país que los margina sólo porque todavía no ganan una medalla internacional.
Lo peor de todo es que aun ganando competencias tampoco obtienen el soporte merecido, si no pregúntenle a los atletas del Estado de México, entre ellos Guadalupe González, que deberán esperar a la nueva administración estatal para que les paguen los meses de beca que les quedó a deber la gestión de Eruviel Ávila Villegas y su secretario de Cultura y Deporte, Eduardo Gasca Pliego.