Ahora que las guerras en Ucrania y la Franja de Gaza rompen con la paz y baten de dolor y sangre al mundo, no podemos dejar de recordar que la presencia del mal, aparece también en las escenas lamentables de migrantes, en la pandemia del Covid, en enfermedades, catástrofes naturales, el terrorismo o en sanguinarios sicarios o líderes políticos convertidos en representaciones de Ares. La maldad se le atribuye a Satanás y a sus hordas de espíritus crueles y malvados, aunque lucifer siempre ha sido un pretexto al miedo que tenemos a las desdichas, o para alimentar la mercadotecnia del cine de terror.
El demonio, lucifer, satán, el diablo…
Mientras degusta de su café americano sin azúcar, el amanuense lee sobre la satanología que refiere que, quien sentó las bases de su existencia fue Juan, el evangelista. Él lo nombra “señor del mundo maligno”. Incluso, en su dogma, afirma que Jesús les dijo a los judíos: “procedéis del diablo, que es vuestro padre”. Con ese mensaje, los cristianos han perseguido, asesinado y humillado a los judíos durante siglos, y también durante siglos, ha existido ese enfrentamiento entre el Bien y el Mal.
Siempre han existido los remedios para los males. Y en la religión, el mal satánico debe tener su remedio: el Arcángel Gabriel. Los demonios, ángeles y arcángeles surgieron en Irán, en el 500 a. C., y apareció en las versiones de Zaratustra, ese antiguo profeta y filósofo iraní que fundó lo que ahora se conoce como zoroastrismo, la religión de los antiguos persas, basada en la existencia de los principios divinos de lucha eterna, entre el creador del mundo y su destructor.
La versión científica revela que Satanás nació en Irán en el siglo VI a. C. Su nombre se asocia con las religiones abrahámicas, en particular el judaísmo, el cristianismo y el Islam, y se representa como un ser sobrenatural, adversario o “un tentador de la humanidad”. Aparece por primera vez en la Biblia hebrea, conocida como el Antiguo Testamento y significa "adversario". En el cristianismo, Satanás es visto como un ángel caído que encabeza una rebelión contra Dios y es expulsado del cielo. Suele identificarse con la serpiente del Jardín del Edén, que tienta a Adán y Eva a comer del fruto prohibido. En el Nuevo Testamento, se le presenta como el gobernante de los demonios y el enemigo supremo de Dios y la humanidad. Tate, M. E. (1992). Satan in the Old Testament. Review & Expositor, 89(4), 461–474.
Halloween ¿satánico?
Le diré a qué se deben estos comentarios. A unos días de que llegue la noche del 31 de octubre, el mundo conmemora el Halloween, la “Noche de Brujas” o la “Noche de Difuntos”. Es una festividad celta que se festeja en Estados Unidos, Canadá, Irlanda y en otros países como México, Colombia y Chile. Se celebra con adornos de color naranja, negro y morado, y está ligada a símbolos como las calaveras, calabazas escalofriantes, fantasmas y un sinfín de otros objetos que la vuelven la noche más “tenebrosa” del año.
Pero le diré algo –refiere el periodista-. En realidad el demonio existe. Existe en la mente del ser humano, en lo que hacemos bien y en lo que hacemos mal. En nuestras decisiones, en el deseo a propósito de lastimar o en el criterio empático de la solidaridad. En Halloween baile, como lo hacían las brujas felices. El día 31 disfrácese y regale dulces y ría, que no hay mejor cura para la maldad que la felicidad. Y cuando toquen a su puerta, espere a que le pregunten: ¿dulce o broma? Usted elige… Mi X @raulmandujano