Agenda Legislativa Parte II

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Publicado en Opinión

Agenda Legislativa Parte II

Viernes, 02 Marzo 2018 00:10 Escrito por 

El derecho a una muerte digna es un asunto que ha quedado a la zaga en la discusión pública, cultural y legislativa en nuestro católico, apostólico y romano país; bueno, también guadalupano. Si Dios nos dio la vida, quién osará corregirle la tarea. Y si a él se la debemos, cómo le vamos a decir que llegamos hasta donde nuestra humana voluntad lo marque. A cambio, preferimos la decrepitud, el abandono, la senilidad, el dolor a cada segundo, el babeo insultante, con tal de no corregirle al Creador su labor.

He visto muchísima gente sufrir durante los últimos dos, tres o diez años de su existencia y, no solamente eso, sino que –además—he documentado cómo han dañado la vida de sus hijas (sobre todo) porque han sido ellas las que se vuelcan en cuidados y paliativos hacia sus amadas madres o padres, abuelas, abuelos, tíos, tías mayores. Pero esas personas ancianas, muchas ocasiones abandonadas, descuidadas, laceradas, insultadas, si pudieran, decidirían irse con un poco de dignidad. Pero no. Hay que llegar hasta los despojos y la lástima, para que los demás deseen, piadosamente, nuestro final. Somos incapaces de inmolarnos.

La vida nos cobra despiadadamente cada año acumulado y no queremos reconocer que bien podríamos solicitar morir con dignidad a tiempo. Se trata de pedir, simple y llanamente que una existencia que ya dio de sí, fenezca sin causar más lástima ni daño a los demás seres queridos. Pero no. Cómo atrevernos a tomar una decisión sobre nuestras vidas en el ocaso. Hasta que el gloriosísimo decida. ¿Nos dio la existencia? A ver cuándo nos la quita, a pesar de nuestros secretos ruegos. He tenido ruegos en mi oído que me dicen: ¿Por qué Dios ya se olvidó de mí? ¡Ya me quiero morir!

Lamentablemente hay muy pocos países en los que el derecho a una muerte digna está autorizado por las leyes. En este sentido, la mayoría de las naciones del orbe viven en el medioevo. No es casual que el periodo más luminoso de las religiones haya sido cuando la inmensa mayoría de la población estaba sumida en el analfabetismo y la crasa ignorancia, en muchos sentidos.

En este y otros temas, una vez más la Ciudad de México le ha sacado la delantera al gobierno federal y, desde luego, a más de 30 entidades de este país guadalupano. Resulta que, con el artículo 11 de la nueva Constitución Política de la capital del país, quedó contenida la posibilidad de que las personas ejerzan su derecho a una muerte digna; que no a la eutanasia, cuya figura jurídica tiene otra acepción. El derecho a decidir que nuestra vida cese es un acto voluntario, consciente (que no siempre tenemos dicha circunstancia) libérrimo, digno y ético. Si con nuestra vida no podemos hacer lo que nos plazca, la libertad es palabrería y cháchara, pero no autonomía. Seguiré…

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Luis Alfonso Guadarrama

Iliemilada

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