Corría el año de 1882 en la ciudad de México, en la botica del señor Patiño, comentando que empleaba a mujeres para que despacharan a los clientes, creando este acontecimiento gran expectación dentro de la población de la capital de la República que se acercaba a las vidrieras de la botica a observar, con el mismo asombro con que se mira un espectáculo de circo, como el establecimiento era despachado por las citadas mujeres. Este acontecimiento, también provoco un amplio debate de la prensa en la capital, la mayor parte de los periódicos sostenía que la mujer debería dedicarse exclusivamente a las tareas del hogar y, los periódicos con una mentalidad más avanzada, entre los que se encontraba “La Clases Productoras” declaraban que al señor Patiño “debe al bello sexo la corona a que se ha hecho acreedor al abrirle una fuente más de trabajo”. El mismo periódico señala al respecto que quienes critican esta nueva posibilidad de trabajo no tienen hijas, ni hermanas, o si las tienen pertenecen a la más aristocrática clase social de nuestro país. De otra manera no podrían menos que dedicar un voto de gracia, como nosotros lo dedicamos, al que abre hoy un nuevo recurso que quizá mañana sirva a nuestras hijas para salvarlas de la prostitución.
Es necesario aclarar que esta nueva posibilidad laboral para la mujer, correspondía básicamente a la clase media pues la mujer de la clase baja se dedicaba desde tiempo atrás al servicio doméstico y desde décadas anteriores a ser obrera. En las noventa y nueve fábricas textiles que existían en el país en el año de 1877 se empleaban 7,680 hombres y 2,110 mujeres, y el salario de estas últimas era más bajo, aunque cubrían las mismas horas de la jornada laboral. El periódico La Convención Radical Obrera, observaba en el mes de agosto del año de 1887 que el bajo salario que recibían las obreras, se debía a que el trabajo escaseaba y era muy grande la oferta de trabajadoras, por lo que abundando la mercancía humana su valor era mínimo y mucho su depreciación.
En el periodo Porfirista la composición por sexos de la fuerza de trabajo fabril es de dos tercios de hombres y uno de mujeres, la mujer obrera estaba sujeta durante el porfiriato a prolongadas jornadas de trabajo, a reducción de salarios, a descuentos de los mismos, a pésimas condiciones higiénicas y a esta situación deplorable que compartía con el obrero en general, habría que añadir algunas más propias de su sexo como la explotación masculina y el despotismo despreciativo por parte de sus superiores, además de ser víctima de la tiranía del capital señala una publicación de la época, la mujer obrera es víctima de la tiranía del hombre.
El Estado de México cuenta con un considerable número de obreras en las últimas décadas del siglo XIX y primeros años del XX, de los 625 obreros empleados en el año de 1877 en la fábrica textil La Colmena en el distrito de Tlalnepantla, 165 eran mujeres; y de los 430 trabajadores de la Miraflores en el distrito de Chalco, 80 eran mujeres. La fábrica Miraflores contaba con 200 obreras en 1905 y la de San Ildefonso en Tlalnepantla tenía en ese mismo año 200 obreras y 600 obreros, las primeras ganaban 50 centavos diarios y los segundos 75. La fábrica de papel San Rafael y Anexas S.A. en el distrito de Chalco tenía 1000 obreros en 1905, 200 de los cuales eran mujeres, los obreros recibían un jornal de 62 centavos y las obreras de 37.
Un periódico de la capital declara en el año de 1887 que los estrechos caminos que se ofrecen a la mujer en nuestra patria para adquirir la subsistencia honradamente son el que sea operaria de las fábricas, el servicio doméstico, el profesorado en la introducción primaria, la obstetricia en materia científica y la telegrafía excepcionalmente; añade que para que una mujer llegue a ser médico, abogado, farmacéutica o siquiera empleada, se necesita todavía vencer mil dificultades y preocupaciones.
En el Estado de México se dictó durante el porfiriato una importante disposición para abrir posibilidades de trabajo a la mujer como fue la creación en la ciudad de Toluca de la Escuela Normal y de Artes y Oficios para señoritas en el año de 1891. La escuela Normal resultó de la fusión del antiguo Asilo de niñas y de la escuela José Vicente Villada que se había establecido en el año de 1890 con el carácter de instrucción superior para señoritas. La creación de la Normal forma parte de la política del general José Vicente Villada, de establecer en la entidad institutos científicos y de artes y oficios donde se impartieran carreras profesionales y se cultivarán las facultades mecánicas. Formaba también parte de su política de apoyar a la mujer y de proporcionarle instrucción para que pudiera vivir honradamente; el general Villada se había propuesto, conforme a sus palabras, formar obreras útiles, artistas ilustradas y conocedoras de la ciencia.
La escuela Normal de señoritas de la ciudad de Toluca, empezó sus trabajos escolares en enero de 1891 y contaba con los talleres de construcción de aparatos telegráficos y telefónicos, relojería, filigrana, flores artificiales, modas y confecciones. En 1892 había dieciocho alumnas inscritas en los talleres y ochenta y seis en el nivel superior y en el año de 1894 egresó la primera generación de normalistas integrada por trece profesoras de 1ª clase y seis de 3ª clase; entre las primeras se encontraban Remedios Colón, Esther Cano, Sofía Henkel, Margarita González y entre las profesoras de instrucción primaria de 3ª clase que eran mujeres indígenas seleccionadas en los distritos de la Entidad que se les instruía para que regresaran a sus respectivos pueblos a ejercer el magisterio en su propio idioma, se encontraban; Gilbertina Gracia, Cleofas Hernández e Ignacia Romualda.
El gobernador Villada estableció en 1899 las carreras de farmacia y comercio en la escuela Normal de Señoritas de Toluca. El profesor Donaciano Morales había propuesto que se impartieran clases de farmacia para señoritas en las escuelas profesionales del país considerando que la mujer está dotada de mayor paciencia, es más escrupulosa y podía tener mayor vigilancia y cuidado en el manejo de las substancias tóxicas para la elaboración de medicamentos. Villada se interesó por la iniciativa del profesor Morales y auxiliado por el profesor Feliciano Nava implementó en el Estado de México, antes que en la capital del país o en alguna otra entidad federativa, el plan de estudios de la carrera de Farmacia para mujeres. La creación de la carrera de Comercio se consideró conveniente por el aumento de establecimientos industriales y mercantiles que exigían de un mayor número de tenedores de libros y dependientes aptos para desarrollarse en este ramo. En 1900 el gobernador José Vicente Villada designó a María Fajardo como jefe de la oficina telegráfica y telefónica de Texcoco y a Elena Cárdenas y Elisa Navarro, egresadas de la Normal para Profesoras y de Artes y Oficios, como oficiales de la oficina telegráfica central de la ciudad de Toluca. Estos movimientos originaron críticas por parte de espíritus retrógrados que desconocen las ventajas que reporta la educación de la mujer, como lo declara un periódico toluqueño, pero a pesar de las críticas se ampliaban las posibilidades laborales de la mujer.
En el mismo año de 1900 en que se nombraron a las primeras mujeres telegrafistas en el Estado de México, Columba Rivera, del estado de Hidalgo, presentó su examen recepcional en la Escuela Nacional de Medicina siguiendo los pasos de la doctora Matilde P. Montoya que se recibió a fines de la década de los 1880's. En 1897 María Sandoval, presentó los exámenes del sexto año de Jurisprudencia y fue la primera mujer en la República que terminaba su carrera de abogada. A pesar de las dificultades que se presentaban, se abrían así nuevas posibilidades de trabajo para la mujer mexicana de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. José Romero Cuyas, había escrito en 1874 en un artículo titulado “La emancipación de la mujer” las siguientes frases que en el periodo porfirista se cumplían con mucha dificultad:
“Dejemos a la mujer alzar vuelo, subir majestuosa como el águila al templo de la sabiduría”; “Ya es tiempo de que brille para la mujer una era de libertad completa en todos los ramos del saber”.
La primera generación de profesoras normalistas en Toluca, celebrada a principios del año de 1895 en el Teatro Principal de la ciudad de Toluca, recibieron el título de instrucción primaria las integrantes de la primera generación de alumnas egresadas de la Escuela Normal de Profesoras, estando integrada de la 1ª clase:
- Loreto Bustos
- Lucrecia Benítez
- Remedios Colón
- Esther Cano
- Luz Esquivel
- Margarita González
- Trinidad García Moreno
- Sofía Henkel
- Leonor Legorreta
- Josefina López de Vallado
- Francisca Rojas
- Vicenta Gómez Tagle
- Rafaela Velasco
También fueron aprobadas para ejercer la carrera de profesoras de instrucción de 3ª clase:
- Gilberta García
- Elpídia Barrueta
- Virginia Alonso
- Cleofas Hernández
- María Vázquez
- Ignacia Romualda
La primera generación de profesoras normalistas terminó sus estudios profesionales tres años después de que se fundó la Escuela Normal para Profesoras y de Artes y Oficios para Señoritas que fue creada por iniciativa del General José Vicente Villada y por decreto del 24 de septiembre de 1891.