Mientras sorbe de su café americano sin azúcar, el amanuense refiere una historia de la política. Platica que por allá de 1815, un adolescente paseaba por las calles de su pueblo, en el condado de Hodgenville, Kentucky, y decidió sentarse a descansar en una banca del jardín de la plaza principal. Lo hizo junto a un hombre de color, ya pegándole a los 60’s. Su nombre era Frederick Douglass. Ambos, para pasar el rato, comenzaron a hablar sobre el país, el gobierno y las necesidades de su nación, entre ellas la liberación de todos “los negros esclavos” (así se referían a ellos en esos tiempos). Ese joven, de nombre Abraham Lincoln, le dijo que él quería ser político para ayudar a la gente, pero el señor Frederick le dijo que el problema estaba en que había gente incrustada en el gobierno que no hacían nada, más que estorbar y enriquecerse. Ese es el lastre que no permite avanzar al país…
Douglass continuó: “¿Sabes Abraham? Los políticos son como ‘tortugas en un poste’. "No comprendo bien la analogía... ¿Qué significa eso, señor?" –Preguntó el mozalbete- Mira, "Si vas caminando por el campo y ves una tortuga encima de un poste de alambrado haciendo equilibrio ¿qué se te ocurre pensar?". Viendo la cara de perplejidad del joven, continuó con su explicación: - Primero: No entenderás cómo llegó ahí. - Segundo: No podrás creer que esté ahí. - Tercero: Sabrás que no pudo haber subido ella solita ahí.
- Cuarto: Estarás seguro que no debería estar ahí. - Quinto: Serás consciente que no va a hacer nada útil mientras esté ahí. "Entonces lo único sensato sería ayudarle a bajar".
Estimado Abraham, algún día, deberíamos trabajar porque el gobierno, no sea ese poste al que pueda subirse ninguna tortuga o cualquier otro animal inútil… Ese hombre sería muy importante en la vida del presidente Lincoln, al guiarlo en el decreto de la Proclamación de Emancipación. Douglass había sido un antiguo esclavo y comenzó a reclutar negros libres para el 54º Regimiento de Infantería de Voluntarios de Massachusetts.
Las tortugas actuales
Le preguntaron al periodista algunos derrotados políticos de la coalición PRI-PAN-PRD que, en su importuna y molesta crítica a las campañas que hicieron, cuál era el error que pudo haber notado. Primero –les respondió-, nunca debieron estar en coalición. Hablar por todos es volverse cómplice de algo en lo que tú no tienes la culpa. Un texto bíblico refiere que: “Cuidar las palabras es cuidarse uno mismo; el que habla mucho se arruina solo.” (Proverbios 13:3); segundo, aceptar y promover como campaña los ataques contra sus opositores que sabían, gozaban de la simpatía de la gente. Debieron unirse con la gente ofendida, con las víctimas. Joseph Goebbels, en los 11 principios de la propaganda Nazi, se refería en el punto 11 al principio de la unanimidad: Llegar a convencer a mucha gente que “somos como ellos” para crear unanimidad.
Y cambiar a los mismos de siempre. Se dejaron llevar y quisieron garantizar triunfos con aquellos que ya han gobernado, pero se equivocaron. Eran esos los que menos le interesaban a los votantes.
Y más que pelear por victorias inútiles y sin laurel, ahora la oposición debe comenzar a trabajar en su independencia, en su reconstrucción y en apoyar al nuevo gobierno en las decisiones que realmente le sirvan a la gente. El término oposición para solo oponerse a todo ya “chole”, cambia. El algoritmo de la violencia, la salud, la educación y la pobreza, son sus bonos. Trabajen por ellos. Sean una oposición renovada y con nuevos cuadros… Sólo digo. Mi X @raulmandujano