La leyenda de la Nahuala tricolor

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La leyenda de la Nahuala tricolor

Miércoles, 11 Septiembre 2024 00:02 Escrito por 
Raúl Mandujano Serrano Raúl Mandujano Serrano Desde el Sótano

Cuenta la leyenda que por allá de los mil 800 una bella mujer sedujo a México. No tenía distingos para nadie, todos cabían en su enfaldo de ósculos. Desde aquellos que pernoctaban en barracas y dormían en catres, hasta esos y esas que paseaban en carruajes con majos ropajes venidos de España. Su abrazo embozó a los mexicanos desde ese entonces y hasta recién llegado don Vicente del rancho San Cristóbal, por los dosmiles. El país era gobernado por esa singular chamana tricolor que impuso sus pendones al lábaro con el que andarían las lidias independentistas, revolucionarias y libertarias, incluida la imagen de un escudo con aquella ave de rapiña deglutiendo una culebra que asemejaba a los enemigos de su imperio.

            Durante décadas, aquella aristócrata se mantuvo prorrateando las ganancias del poder con su caudillismo guerrero pero, poco a poco, surgían batallas gestadas desde el interior de su nido ya arraigado en los palacios de la ciudad de México. El ayate de la poderosa dama, símbolo del códice guadalupano y en el que cabían todos y todas, se rasgó. El pacto político que dio origen a la era de los partidos fue traicionado y aquel mandato fortalecido con el sindicalismo, el indigenismo, el campesinado y el empresariado comenzaba a derrumbarse.

La disputa por el poder convulsionó a los sectores y al no haber prebendas, aquellos a los que se les negaba el liderazgo de la cúpula se rebelaron. Los de azul ganaron, luego fueron los de guinda. Aquel vestido de tres colores, verde, blanco y rojo, se volvió arcaico e inservible. Llegó el momento de desistir y de reconstruirse para no perecer. Sus formas para acabar con las rebeliones ya no funcionaban, como fueron el movimiento ferrocarrilero del 58, el asalto al cuartel Madera en Chihuahua en 1965, el movimiento estudiantil del 68, la guerra sucia de los 70´s, el magnicidio de Colosio en el 94, el levantamiento indígena en Chiapas del 94, o la masacre de Aguas Blancas en junio del 95, la ejecución de 72 migrantes en agosto de 2010 en Tamaulipas y los vínculos con el crimen organizado, la desaparición de los 43 de Ayotzinapa en 2014.

“La Nahuala”

En 1807, fue hallada abandonada una vieja casona en Puebla de los Ángeles, –yo creo más bien que estaba ubicada en la delegación Cuauhtémoc de la Ciudad de México-. Los ancestros sectoriales priistas contaban que ahí habitaba una bruja a la que todos conocían como “La Nahuala”. Tenía el aspecto de una mujer joven y hermosa, pero en realidad era un coyote con aspecto espantoso.

            Decían los ancestros mexicanos de aquella época, desde ese 1929 y hasta después del 2000, que “la Nahuala” secuestraba a niños y les robaba el cerebro a los adultos para hacer rituales políticos. Todos y todas vivían aterrados. “La Nahuala” (de acuerdo con la leyenda mandujanesca) le prometía a todos el poder. Así los embelesaba. Lo hacía en grandes asambleas en salones lujosos, pero, en discretas reuniones, enamoraba sólo a unos cuantos. Los otros cuantos, resentidos por el desdén de “la hechicera” decidieron enfrentarla y abandonarla. Se vistieron de otro color y ahí, en esos muros fuertes de concreto, se instaló la humedad que hoy a través de Alito, hiede al PRI ‘nahuelesco’.

            El derrumbe no es lo importante, sino la reconstrucción, aunque pareciera que a algunos “la Nahuala” les gusta así como está, sin darse cuenta que se está convirtiendo en una leyenda que muy pronto podría acabar sólo en los libros de historia, aunque no en los del texto de la 4T… Mi X @raulmandujano

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