Como sabemos, cada municipio, región, estado, ciudad y país tienen estrategias para la erradicación de la violencia contra la mujer. Muchas de ellas van en función de proteger la seguridad de las mujeres y poner a su disposición distintas herramientas que les aseguren un mejor futuro.
Hemos visto talleres, conferencias, apoyo psicológico, pero la violencia contra las mujeres no termina. Un porcentaje de ese problema lo comprenden las mujeres que viven violencia doméstica. Muchas de ellas fueron golpeadas o insultadas por sus padres. Otro tanto se acostumbró a ver cierto patrón de vida en el que las malas palabras, los malos tratos y la indiferencia eran una forma de vida, así que al relacionarse amorosamente lo primero que cumplen es ese patrón.
Es como caminar en un círculo, solo sigues las huellas y actúas como si supieras que todo va a ser diferente contigo, pero no es así.
El maltrato está arraigado porque la mayoría de quien lo sufre, lo hace por años. Por ello, cuando intentan escapar, casi siempre tratan de regresar con su pareja o no saben continuar solas, porque han establecido un hábito que es difícil de desarraigar.
Les recomiendo que vean la película Cerrar el círculo, la cual habla precisamente de esta situación. La protagonista tiene una historia familiar llena de violencia y a partir de ahí conoce a alguien que, aunque es guapísimo, tiene ciertos antecedentes violentos que le recuerdan a su padre. Desde luego, llegan a un punto que es imposible llevar una vida tranquila y romántica, porque todo se vuelve desconfianza y celos.
Me llamó mucho la atención esta postura, porque últimamente los libros, sobre todo los que leen nuestras adolescentes, son de muchachos agresivos que hacen sufrir a la protagonista y que incluso llegan a ser extremadamente violentos.
Por el contrario, cerrar el círculo habla de esta salud mental, física y emocional que tanto enarbolamos, pero que olvidamos de manera rápida cuando unos ojos lindos hacen que lata nuestro corazón.
Cerrar el círculo es terminar con un hábito propio o heredado que puede crearnos problemas o dañarnos emocionalmente. Muchas veces intentamos alejarnos de relaciones que no aportan nada a nuestra vida, pero romantizar el hecho de no “saber estar separado” de esa persona, lo único que hace es que nos atemos a emociones que nos aplastan y no nos hacen crecer.
Es difícil darse cuenta, que el círculo donde nos encontramos se puede convertir en un profundo hoyo del cual nos costará muchísimo trabajo salir, porque al estar expuesta a un ambiente tóxico de malas palabras, de indiferencia y de cariño a medias, terminas pensando que es eso lo que mereces y no una linda historia de amor.
Todas queremos una historia de amor, pero puede que sea poco probable que la encontremos cuando estamos inmersas en una situación llena de tristeza, lágrimas, incertidumbre y desamor.
Cerrar el círculo es determinar qué historia quieres para ti y defender tu espacio para ser feliz con uñas y dientes. Entender que ninguna de nosotras nos merecemos lágrimas es fundamental para sanar por dentro, para buscar bienestar y no permitir que nadie nos dañe. Porque mientras exista una pizca de duda y de inseguridad, cualquier amor entrará a saquear nuestro corazón. Resistir, amar libres, querernos como somos y determinar cuándo dejamos el círculo es nuestro trabajo.
No es fácil y tal vez requeriremos terapia, pero es necesario para no acabar bajo el pie de otro amor.