El vínculo que un ser humano establece con un animal de compañía no es sólo una relación de propiedad: es un compromiso que atraviesa el respeto, la responsabilidad y la empatía. Sin embargo, en México, así como en muchos otros países, el maltrato y abandono de mascotas continúa siendo una realidad desgarradora que deja al descubierto la urgencia de políticas más rigurosas y una reconfiguración social que comprenda y abrace a los animales como seres con derechos. Hoy, la tenencia responsable de mascotas debe pasar de ser una expectativa a convertirse en un deber legal y ético.
Chile ha dado un paso adelante en este tema con la reforma que otorga derechos a los animales como seres sintientes, un cambio que deja clara la responsabilidad de protegerlos. La medida es un recordatorio contundente de que los animales sienten dolor, angustia, y alegría, y, por tanto, merecen ser tratados con dignidad y compasión. Este marco no solo coloca a Chile en una posición de vanguardia en cuanto a la defensa animal en América Latina, sino que también establece un precedente crucial para aquellos países que aún no han alcanzado este nivel de compromiso. "Hasta que no hayas amado a un animal, una parte de tu alma permanecerá dormida", escribió Anatole France, recordándonos que el amor por los animales despierta la capacidad más noble del ser humano: el respeto hacia toda forma de vida.
En México, aunque existen iniciativas destacables, como la Ley de Protección a los Animales de Ciudad de México, y otras normativas estatales, estas legislaciones aún enfrentan el reto de una implementación efectiva y la carencia de sanciones contundentes en casos de abandono o maltrato.
A diario, miles de perros y gatos deambulan por las calles, víctimas de una sociedad que aún lucha con la indiferencia. Las asociaciones protectoras y los refugios apenas alcanzan a mitigar la situación, mientras que la tenencia responsable permanece, en muchos casos, como una aspiración distante.
En el Estado de México, hemos dado algunos pasos importantes en esta materia. Sin embargo, el momento exige un compromiso aún más profundo. Aquí, donde la cifra de mascotas abandonadas crece cada año, el tiempo apremia. Urge entonces que el gobierno estatal, bajo la guía de la Gobernadora, considere prioritario este tema y que se impulse desde la Legislatura Local, con el apoyo de la Diputada Ruth Salinas Reyes, una reforma que no solo castigue el abandono, sino que también promueva programas educativos de tenencia responsable. Porque una sociedad que ignora el sufrimiento de los más vulnerables jamás podrá alcanzar una verdadera justicia social.
Esta nueva legislación podría también extender su alcance mediante el fomento de la adopción responsable y el desarrollo de campañas que eduquen a los ciudadanos sobre la esterilización, la importancia de los cuidados veterinarios y, en especial, sobre la empatía hacia los seres vivos. "Podemos juzgar el corazón de un hombre por su trato a los animales", dijo Emmanuel Kant, y esa evaluación moral nos alcanza como sociedad; lo que ocurre con nuestros animales es reflejo de nuestros valores y del tipo de comunidad que estamos construyendo.
Una ley sin conciencia es letra muerta. Por eso, más allá de promulgar un nuevo marco legal, necesitamos resignificar lo humano a partir de una concientización que cale profundamente. Ser responsable implica comprender que las mascotas no son accesorios ni juguetes de temporada; son seres vivos con derechos que dependen de nosotros para su bienestar. Ser responsable es reconocer que el abandono no es solo un acto cruel, sino un atentado contra la integridad de la vida misma.
En esta columna, hago un llamado sincero a todos aquellos ciudadanos que se preocupan por el bienestar animal y desean construir un país más compasivo. A la Gobernadora del Estado de México y a la Diputada Ruth Salinas Reyes, les exhorto respetuosamente a que, desde sus posiciones, abracen esta causa y conduzcan al Estado de México hacia un futuro donde todos, humanos y animales, puedan convivir en un entorno de respeto y protección.
Porque, como decía Víctor Hugo, "la civilización de un pueblo se mide por la forma en que trata a sus animales". Que esta reflexión impulse no solo la creación de una ley, sino un cambio de conciencia en el que todos entendamos que la dignidad y el bienestar de los animales es parte fundamental de nuestra dignidad como seres humanos.