¿Cuántas veces han declarado los integrantes de la llamada 4t, incluso, la presidente Claudia Sheinbaum, que quienes votaron por ellos están de acuerdo con que jueces, juezas, magistrados, ministras y ministros se elijan por voto popular? Se pierde esa cantidad en el universo de mentiras que profieren a diario, porque ese es el supuesto argumento en el que se instalan para cumplir el deseo de su líder, el expresidente Andrés López Obrador.
A Morena y partidos comparsa, en realidad no les importa el país, no les interesa la existencia de otra forma de pensar, menos aún, reconocer que existen otros institutos políticos; a decir verdad, tampoco a éstos les preocupa mucho hacerse presentes. En resumen, los ciudadanos que no concuerdan con la 4t están a la deriva.
Con el pretexto, que no argumento sólido, de los morenistas, para acomodarse por la fácil, insistentemente señalan que 36 millones de ciudadanos se expresaron en favor de su movimiento y con ello; presumen, todos ellos aprueban las reformas al poder judicial.
¿En verdad?
El descaro no puede ser peor. Con un sencillo sondeo que se haga en cualquier parte del territorio nacional con las personas que votaron por Morena y aliados, como se ha hecho en redes sociales, podría descubrirse la verdad: los votantes no tienen la menor idea de lo que aseguran los morenistas, peor aún, no conocen los alcances de tal reforma y muchos prefieren mejor no responder.
Es claro que quienes emitieron sufragio por la coalición de Morena contestan casi por inercia, a partir de lo que han llegado a escuchar del ex y la actual presidente; de medios de comunicación afines; de algún vecino; familiar o amigo. No importa, porque creen que los que están en contra es porque se ven afectados, o perdieron sus privilegios; los pretextos son variados para llegar al mismo fin.
La nueva elite política del país se regodea con la incertidumbre e ignorancia del pueblo al que dicen representar, y con esa idea cometer todo tipo de extravagancias, arbitrariedades y excesos; siempre en su nombre, presumiendo esos 36 millones como letanía, al tiempo de ignorar a los que no concuerdan con ellos, sus adversarios, los que de hecho, se volvieron inexistentes, gracias también a su inoperancia y abandono de ser oposición.
Sheinbaum, recordó que el expresidente López Obrador presentó diversas reformas que, afirmó, han sido discutidas. Al respecto, tanto la titular del ejecutivo federal como los legisladores de su movimiento, bien conocen que la discusión a la que tanto se refieren, nunca se tomó en serio, como han sido todas aquellas ocasiones en las que dicen haber escuchado a todos los actores involucrados en alguna de las reformas que, de antemano, ya habían decidido imponer.
Fue una tomada de pelo, muchos lo advirtieron, con el control de las decisiones en el Congreso, no puede ser de otra forma, tienen una mayoría que no se ganaron a pulso; chantajes, mentiras y amenazas dieron lo que necesitaban para tener la sobre representación que ostentan, y con la que pueden hacer, materialmente, cualquier cosa; inventar otra Constitución si se les antoja, o hacer los cambios necesarios para que López Obrador pueda reelegirse, ¿qué se los impide?
Las mesas de diálogo a las que se refieren los morenistas y que supuestamente originó una amplia discusión, tan solo fue una burla. El ahora ilustre presidente del senado, el impresentable Gerardo Fernández Noroña, así como Ricardo Monreal por su parte, entre otros, aseguraron que las reformas propuestas por López Obrador serían aprobadas y no habría ningún ajuste o cambio sustancial.
No solo eso, la mandataria, al estilo de su mentor, baja de nivel la discusión (como si se pudiera más) al insultar a Claudio X González. De nueva cuenta, la persona más poderosa, con absoluta ventaja, se lanza en contra de quienes se oponen a los excesos que están cometiendo. Estos, del nuevo régimen, sienten que estarán por siempre en el poder que hoy les cobija.
Pero tampoco se preocupan en ocultarlo, es más que evidente, no tienen ningún empacho en dejarlo ver con cinismo. Por eso se entiende que no escucharán ni se sentarán a dialogar con la oposición como lo ofreció Sheinbaum en su toma de protesta. La oposición y millones de mexicanos continuarán siendo ignorados.
Sin embargo, el peso que sienten tener los que hoy gobiernan, no cuenta con el apoyo que tendrían por buenos resultados, como para estar muy cómodos en el trono; la inseguridad; la economía; la posición que ocupa México ante el mundo; las obras inconclusas; los hijos incómodos; la corrupción; el déficit; el precio de la canasta básica que se impone, a pesar del aumento al salario mínimo, el cual no deja de ser tan solo un placebo como lo ofrecía el PRI en aquellos años obscuros.
No existe nada novedoso, no les alcanza más que para el discurso, porque a la hora de la verdad, el futuro del pueblo mexicano es incierto, se ciernen días obscuros y llenos de desesperanza. Además, se pierden libertades, así como la posibilidad de defenderse ante cualquier abuso de la autoridad, eliminando cualquier intento con la supremacía Constitucional. En este momento muchos de los ciudadanos no advierten el peligro, aunque más pareciera que es precisamente la libertad, la que les incomoda o les estorba, pues no tienen ningún problema en que haya quien les diga qué hacer, qué vestir, y qué comer.