En noviembre de este año, el Centro Federal de Conciliación y Registro Laboral celebró su 4to aniversario; con el tono triunfalista característico del actual gobierno, los asistentes al evento realizado en instalaciones de la Secretaria de Gobernación, pusieron a la dependencia como un ejemplo a nivel mundial, lo que desde luego me parece una exageración, pues en este rubro se hablan verdades a medias; la reforma que precedió la creación de la dependencia registral, ha tenido aportaciones importantes, pero en un tanto de rubros más, ha sido ejemplo de exceso y fracasos también.
2025 será año de reformas, comenzando por la reforma a la Ley del Infonavit, la que hay que revisar con detenimiento, por las observaciones que tanto la oposición legislativa como los medios de comunicación han hecho sobre los cambios pretendidos a la ley, aunque partiendo de las reformas que a todo vapor ha hecho la 4t sobre diversos temas, es de esperar que el año que está a punto de comenzar, seguirá con la legislación que ha caracterizado a este gobierno desde el primer momento.
Un tema en el que la sociedad debe poner especial atención, particularmente el sector compuesto por trabajadores y organizado bajo la figura de sindicatos, es el de las reformas laborales que se vivirán durante el 2025 y años subsecuentes, donde no existe precisamente el interés del actual gobierno por discutir el incremento en el monto del aguinaldo para pasar de 15 a 30 días o la disminución de la jornada de trabajo, la que se busca pase de 48 a 40 horas por semana.
Durante los próximos meses se discutirá un cambio trascendental en la ley, particularmente en las disposiciones que regulan las relaciones colectivas de trabajo, con el pretexto de la revisión de la idea de libertad sindical y la posibilidad de afiliación automática al sindicato titular del Contrato Colectivo de Trabajo, donde se haya pactado en dicho instrumento el ingreso paralelo a las filas de la organización de trabajadores, a la par en que una persona es contratada para prestar sus servicios como trabajador.
Suena desde luego bastante mal que se nos pretenda obligar a formar parte de las filas de un sindicato, por el simple hecho de que fuimos contratados en un centro de trabajo, pero para entender la lógica de esta posibilidad, debemos remitirnos al pasado, al nacimiento del artículo 123 Constitucional, comprendiendo la lógica del Constituyente originario, que al discutir el contenido de nuestra Ley Fundamental en 1916, consideró conveniente incorporar dispositivos que limitaran la libertad del trabajador y el patrón, en la discusión de los términos en los que se establecerá la relación de trabajo.
Como dirían los teóricos de los Derechos Sociales, bajo la idea de Justicia Social, el Estado toma la tutela de los derechos de los sujetos a los que están dirigidas sus disposiciones, en el derecho del trabajo los trabajadores y en el derecho agrario los que serán los ejidatarios o comuneros y limita la disponibilidad de estos sobre sus derechos, evitando que bajo la idea de libertad, se dilapiden los mismos en perjuicio de sus destinatarios.
La idea no es nada descabellada, ya que en el ámbito del trabajo, se me puede ofrecer un empleo siempre y cuando renuncie al aguinaldo, las vacaciones o cualquier otra prestación accesoria al salario, claro, señalando el patrón que no se me obliga a aceptar las condiciones, que las puedo aceptar o rechazar en ejercicio de mi libertad, el problema es cuando todos los trabajos parten de la misma lógica, así no habría opciones para elegir.
Partiendo de esa tutela por parte del Estado, en la Ley Federal del Trabajo se aceptó con miras al fortalecimiento de los sindicatos, que un trabajador de nuevo ingreso formara parte de los agremiados del sindicato mayoritario, a través del establecimiento de una cláusula de inclusión pactada con el patrón en el Contrato Colectivo de Trabajo o que fuera separado del empleo, en caso de renuncia al sindicato, a través del acuerdo de establecer una cláusula de exclusión.
En la reforma de 2019 a la Ley Federal del Trabajo, se suprimió la posibilidad de que existan cláusulas de exclusión y se mantuvo la posibilidad de cláusulas de inclusión, posibilidad que se discutirá sea suprimida de la ley, muy probablemente el próximo año, ello partiendo de que el T-Mec o Tratado México, Estados Unidos y Canadá se renegociará en 2026.
Ambas posturas son buenas, aunque para que tengan éxito se requieren aspectos diversos en cada una. En la idea de que la libertad se pueda ejercer por los trabajadores sin restricción, se necesita que los trabajadores estén politizados y que aunque haya obstáculos para fomentar la sindicalización, todo lo que ellos hagan esté encaminado para el fortalecimiento de sus organizaciones, en la otra, frente a una sociedad apática como la nuestra, es mejor este tipo de mecanismos que limitan esa libertad; cada posibilidad como podemos ver encierra el pago de un costo diferente y libertad con ignorancia son una mala combinación, que poco a poco está debilitando la organización de los trabajadores.
ADDENDA
1. Todo lo que comienza debe terminar. Lamentablemente, llegó a su final la carrera de Sergio “Checo” Pérez en la Fórmula 1, la que cierra con broche de oro al haber sido parte de la que fue la mejor escudería de los últimos 10 años, tal vez. Deja una vara muy alta para alcanzar por los futuros pilotos mexicanos que correrán en ese circuito. Aunque no hay punto de comparación, pues no corrieron en las mismas categorías, no le quedó a deber nada al gran legado de Adrián Fernández. Hubiera hecho mucho más, de haber contado con el apoyo decidido de la escudería de Red Bull. El número 11 será asociado durante mucho tiempo a “Checo” Pérez.
2. Cobren sin piedad al “tío richi” los impuestos que debe. Creo que a Ricardo Salinas Pliego no le importa mucho que le cobren los millones y millones de impuestos que adeuda al SAT. Según reportes de diversas autoridades, la circulación de motocicletas y motonetas en México, se incrementó en un 72% de 2021 a 2024, unidades que en su mayoría su empresa Elektra vendió y que fueron pagadas con dinero de programas como “Jóvenes construyendo el futuro”, así es que mientras, por un lado, sale el dinero, el próximo sexenio es una fuente oportunidades para el “tío richi”, para seguirse quedando con recursos de este tipo de programas.
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Abogado Postulante y miembro de la Escuela para la Formación Política y Sindical A.C.
