No cabe duda que nuestras instituciones, las que más ayudaban a la toma oportuna de decisiones, muestran ya síntomas de debilitamiento. Es el caso del INEGI que el pasado 9 de diciembre de 2024 hizo público un documento denominado “Estadísticas a propósito del día internacional contra la corrupción”. Quienes consultamos el documento encontramos un problema: los datos que refiere son del 2023. Por si la información desactualizada fuera poco, además parece contravenir al sentido común. Me explico.
Demos por buenos, a manera de historia, los datos de la respuesta a un reactivo de la encuesta (de 2023): el 59.4% de las personas que tuvieron contacto con seguridad pública fueron víctimas de corrupción; 27% al realizar trámites para abrir su empresa y 23.5% al proceder con permisos relacionados con la propiedad. Sin embargo, sólo 4.8% de las víctimas denunció el hecho.
Por otro lado, la Coparmex preguntó a una muestra de sus 36 mil afiliados, para emitir su reporte anual, y encontró que al 48% de las empresas una tercera persona les pidió dinero para realizar, agilizar o evitar trámites, multas o pagos durante 2023. Esta cifra muestra un incremento en los últimos seis años y está por arriba de lo informado por INEGI. En este reporte nuestro Estado de México ocupa el 6º lugar nacional, que lo califica en rojo, pues el 60% de los empresarios mexiquenses reportaron actos de corrupción y el 53 % piensa que esta situación perjudica mucho a su empresa.
Y luego tenemos la impunidad. Ejemplos sobran, Segalmex se ha vuelto icónico, pues la decisión no fue investigar y castigar a los corruptos, sino ponerle punto final y se ordenó desincorporar este organismo. Los 15 mil millones del desfalco nos cuestan a las y los mexicanos y no habrá reparación del daño. También está Odebrecht, cuya investigación lleva más de seis años y no se ha podido determinar responsables de la corrupción. En 2018 había la percepción de un país muy corrupto y con López hoy tenemos un país aún más corrupto. Quizá enfrentamos la situación más corrupta de toda la historia moderna.
Ahora veamos los datos de Transparencia Internacional que recién publicó su Índice de Percepción de la Corrupción 2024 y respecto a nuestro país hace un grave señalamiento: se ha permitido que el crimen organizado opere con libertad de acción e impunidad. Entre 180 países, México obtuvo 26 puntos (el índice más bajo hasta el momento) que lo ubican en el lugar 140. En la medición anterior, México tenía 31 puntos y ocupaba el lugar 126. En su calificación afectó la debilidad y opacidad del poder Judicial que limita el acceso efectivo a la justicia. Entre los países de la OCDE, nuestro país ocupa el lugar 38 de 38.
En el libro El manual del dictador. Por qué la mala conducta es casi siempre buena política, de Bruce Bueno de Mesquita y Alastair Samith, se presentan las conclusiones de que algunos políticos tienen el deseo de hacer cosas buenas para sus gobernados; las y los poderosos quieren sentirse amados y ser honrados por su pueblo, con la intención de ser dirigentes benévolos, pero lo bueno puede ser malo para su permanencia en el poder. Las y los líderes afortunados hacen buenas obras dejando atrás la supervivencia política.
Si la meta es alcanzar y mantenerse en el poder, entonces se ven tentados a lograr todo el control posible sobre el gasto. Es menester formar y conservar una coalición bastante leal y entonces tienen que recompensar a sus partidarios. Así los bienes públicos paulatinamente se convierten en bienes privados para recompensar y comprar la lealtad de la coalición. El dinero se utiliza discrecionalmente según la decisión del “líder”. A las y los líderes ansiosos les resulta muy fácil atraer a su causa a personas corruptas. Quienes triunfan así son capaces de oprimir, reprimir, suprimir o incluso matar a sus rivales reales o imaginarios.
Si una o un aspirante a líder no quiere hacer cosas horribles, habrá quien quiera hacerlas. Los líderes corruptos consideran que la única clave para contar con una coalición es el dinero, además a los líderes autócratas les gusta ser ostentosos con un nivel de riqueza extravagante, más si están rodeados de indigentes, hay hambre o mucha gente está muriendo.
El regreso a la democracia debe ser el mejor de los antídotos para combatir la corrupción. Hay que empezar por denunciar el empleo de financiamiento ilegal en las campañas políticas, incorporar al sector privado en el combate a la corrupción, exigir que no haya discrecionalidad en el gasto público y que no se reasignen presupuestos. La apuesta es fortalecer instituciones ciudadanas que combatan la corrupción.
*El autor es Maestro en Administración Pública y Política Pública por ITESM y Máster en Comunicación y Marketing Político por la UNIR.
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