Dice el Dalai Lama que el propósito de nuestras vidas es ser felices. En nuestro país, tanto en lo político como en la vida cotidiana, vemos y escuchamos muchos problemas, de inseguridad, de economía, de falta de servicios, problemas que todos padecemos y que son reales. Sin embargo, la percepción general es que somos felices.
Cito el “Reporte mundial sobe la felicidad 2024” publicado por Naciones Unidas y realizado en la Universidad de Oxford, cuyas conclusiones ilustran cómo la humanidad cambia su percepción de la felicidad. Si bien esta percepción no varía mucho en las diferentes regiones del mundo, en las observaciones realizadas entre 2021 y 2023 las emociones negativas se incrementado. La pandemia, amenazas de guerras o, en algunos países, la edad y la generación es un factor que influye en la felicidad.
Por supuesto que la percepción sobre la felicidad es subjetiva y sigue evaluaciones de vida de emociones positivas y negativas, se mide en escala de 0 a 10 puntos, donde 0 es nada felices y 10 totalmente felices. En cada país se aplica la encuesta a 1000 personas. Seis variables resultan claves: el PIB per cápita, el apoyo social, la esperanza de vida saludable, la libertad, la generosidad y la corrupción. Al final se toman en cuenta las emociones positivas de las respuestas individuales afirmativas o negativas, como la risa, el disfrute personal y los intereses particulares. Por otro lado, están las emociones negativas como preocupaciones, tristeza e ira.
De esta manera, Finlandia es el país más feliz del mundo con una puntuación de 7.741, seguido de Dinamarca con 7.583. Nuestro país ocupa el lugar número 25 con una puntuación de 6.678. Aquí vale destacar la consistencia de la información puesto que se ha registrado de manera similar en años anteriores. Dato importante, la brecha entre Finlandia y Afganistán, último lugar, es de más de 6 puntos. En nuestro país los menores de 30 años son los más felices al ocupar en el ranking mundial el número 22 con 6.954 y los menos felices los mayores de 60 años que quedan en el lugar 33 con 6.287 puntos. En este punto, quisiera citar a Marian Rojas Estapé quien nos dice que el 90% de las cosas que nos preocupan nunca suceden, pero nuestro cuerpo y nuestra mente lo viven como si fueran reales.
En mi mente sigue presente el libro de Andrés Oppenheimer ¡Cómo salir el pozo! Las nuevas estrategias de los países, las empresas y las personas en busca de la felicidad. Oppenheimer sostiene que las personas optimistas viven entre 6 y 10 años más que los pesimistas, o sea si queremos vivir más hay que buscar ser más positivos en la forma que vemos y afrontamos las preocupaciones cotidianas.
Por ejemplo, podemos tener la práctica diaria de elaborar, cada noche, una lista de las cosas positivas que nos ocurrieron durante el día. O bien, mejorar las relaciones de pareja o amigos o incluso nos puede dar resultado practicar la media sonrisa, esto es, tratar de sonreír durante unos minutos, aunque sea de manera forzada, nuestro cerebro no entiende la diferencia entre lo real y lo ficticio e igual estaremos más alegres.
Lo importante es que hoy sabemos que la felicidad es una disciplina que se puede enseñar, aprender, inducir y ejercitar… y, a propósito, si la finalidad de la vida es la felicidad ¿por qué en la escuela sólo nos enseñan matemáticas, español, historia, química, física? ¿No debería haber también una clase sobre cómo ser felices? Por ejemplo, Bután, un país en medio de la cordillera del Himalaya, fue el primer país en adoptar oficialmente el índice de la felicidad nacional bruta, que tiene rango constitucional y es para ellos más importante que el PIB, de hecho, en este aspecto serían un país pobre, pero ahí han demostrado que la serenidad y la espiritualidad les hace ser más felices.
Así que amables lectoras y lectores vamos a colocar en nuestro quehacer diario la búsqueda de la felicidad y, más que los problemas, cambiemos la actitud con la que afrontamos las particularidades de nuestra vida.
*El autor es Maestro en Administración Pública y Política Pública por ITESM y Máster en Comunicación y Marketing Político por la UNIR.