Nicolás Romero, cuna de la resistencia obrera. A 160 años de la primera huelga laboral en el Estado de México

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Nicolás Romero, cuna de la resistencia obrera. A 160 años de la primera huelga laboral en el Estado de México

Viernes, 25 Abril 2025 00:05 Escrito por 
Ecos del pasado Ecos del pasado Juan Manuel Pedraza

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Cuando se hace mención a la lucha obrera, para el estudioso de la historia viene a la mente las conocidas huelgas de Cananea y Río Blanco, acontecidas durante el Porfiriato; sin embargo, varios pueblos del hoy municipio de Nicolás Romero lucharon por sus derechos laborales hace 160 años en las fábricas de La Colmena, Barrón y San Ildefonso, actualmente colonias populares del municipio. Si bien su lucha fue reprimida con dureza por la autoridad, su esfuerzo fue valioso para la posterior organización de la clase obrera mexiquense, por lo que bien vale la pena rescatar su historia.

Enclavado en la zona metropolitana de la ciudad de México, el municipio de Nicolás Romero nos presenta una de esas historias fascinantes que marcaron un hito en su momento, pero que con el paso del tiempo quedaron en el olvido. Cabe señalar que las primeras fábricas de hilados tienen su origen en la época colonial con los llamados “obrajes” en la Nueva España, posterior a la independencia se establecieron algunas fábricas con capital privado y extranjero, los cuales impulsaron un imperceptible desarrollo capitalista. Dada su geografía singular y su, en ese entonces, abundante agua, el hoy municipio mexiquense fue un lugar idóneo para la industria textil.

La historia de este movimiento comenzó en 1846 cuando los hermanos Archibald y Curtbert Hope, además del empresario norteamericano Edward. M. Keon, se aliaron para construir un complejo textil como los que abundaban en Europa. Fue en el municipio de Monte Bajo, actuales Nicolás Romero y Atizapán, donde los hermanos Hope aprovecharon los territorios de varias haciendas y los afluentes de los ríos cercanos para iniciar su industria textil en la entidad. De esta manera nació la primera fábrica de textiles Molino Viejo en 1846, muy pronto denominada como “La Colmena”. Tiempo después los empresarios fundarían en 1847 la fábrica de San Ildefonso y en 1852 la de Barrón, todas en el actual municipio de Nicolás Romero, Estado de México.

El establecimiento de las nuevas industrias irrumpió de manera abrupta en el paisaje rural de la tranquila región de Monte Bajo. Cientos de hombres se sumaron como fuerza laboral a las nuevas factorías, lo anterior originó que alrededor de las fábricas se establecieron colonias de obreros y sus familias, las cuales desarrollaron un estilo de vida alrededor de sus centros de trabajo. En cuanto a la producción, la famosa “Trinidad del hilo”, integrada por los complejos de La Colmena, San Ildefonso y Barrón, se convirtió en uno de los corredores textiles más importantes del país. De acuerdo con cifras de la época, a través de 481 telares y 7944 husos en actividad, La Colmena produjo 31,500 piezas de manta y 295,450 libras de hilaza en 1850.

El auge económico y la bonanza material no llegaron a todos los habitantes de Nicolás Romero, mientras que los grandes magnates veían sus fortunas crecer, las clases populares tenían una vida poco menos que miserable. Los obreros de las fábricas antes mencionadas estaban sometidos a unas condiciones de trabajo adversas e infrahumanas: jornadas laborales de más de 14 horas, retención de salarios por sanciones, abusos en las tiendas de raya, la disminución de su sueldo debido a la crisis en la industria textil y altas rentas que debían de pagar por el uso del suelo cercano a la fábrica.

La situación no podía continuar de la misma forma. Aunado a lo anterior el acaparamiento del suelo y del agua dejaba a los habitantes de San Pedro Azcapoltzantongo (anterior nombre del municipio) y zonas aledañas sin recursos necesarios para cubrir sus necesidades básicas, lo que generó descontento no sólo en la comunidad obrera, también en las clases populares y el campesinado. De esta manera, el 10 de junio de 1865, durante el Imperio de Maximiliano, estalló la primera huelga organizada de obreros en Monte Bajo, la cual demandaba:

“…contra la desocupación de más de 50 obreros y los embargos de sus miserables salarios semanales por las Tiendas de Raya y finalmente, contra el nuevo horario fijado para las labores, que era de: 5 de la mañana a las 6:45 de la tarde, para las mujeres, y de las 5 de la mañana a las 7.45 de la tarde para los hombres”.

Evidentemente los dueños de fábricas, autoridades locales y administradores condenaron la huelga, pero eso no detuvo a los trabajadores. Los obreros organizados mandaron un manifiesto a las autoridades imperiales con la esperanza de una conciliación pacífica. Encabezados por el emperador Maximiliano de Habsburgo, la reacción de los funcionarios fue sumamente hostil. El día 19 de junio de 1865 se presentó Eulalio Núñez, jefe político de Tlalnepantla, a las instalaciones de La Colmena con 25 hombres armados. Núñez ordenó a sus hombres disparar a los huelguistas y tomó posesión de la fábrica, en la reyerta se dice que hubo cuatro heridos de gravedad y 50 fueron hechos prisioneros.

Para las autoridades imperiales las huelgas y disturbios alteraban la paz, por lo cual los prisioneros fueron llevados atados con una cuerda a Tlalnepantla, donde posteriormente se les remitió a Tepeji del Río. De esta manera las autoridades mostraban su inflexibilidad en cuanto a las peticiones de los trabajadores. La huelga de 1865 no fue el único conflicto que tuvieron esas fábricas ni tampoco acabó con la producción. En el siglo XIX y parte del siglo XX “la Trinidad del hilo” adquirió fama y notoriedad. De acuerdo con algunas fuentes, las prendas y paños de las fábricas de La Colmena, Barrón y San Ildefonso se vendían en tiendas de la capital, entre ellas el prestigioso Palacio de Hierro, lugar donde compraba su vestimenta la élite porfirista.

Durante el siglo XX las fábricas de Nicolás Romero vivieron un proceso de transformación, crisis, baja de calidad y cambio de dueños que afectó de manera directa su producción y la vida de sus trabajadores. Actualmente, La Colmena cambió las telas por el cartón; la fábrica de Barrón se dedica a la comercialización de plástico; la fábrica de San Ildefonso aún le es fiel a su tradición textil de más de 160 años y continúa en funcionamiento con un pequeño museo histórico en sus instalaciones. Trabajadores van y vienen, pero queda en la memoria mexiquense la primera huelga obrera que fue de vital importancia, ya que nos demostró el poder y la capacidad de organización que tenían los obreros mexiquenses para defender sus derechos laborales.

Por Juan Manuel Pedraza, historiador por la UNAM

 

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