La Vaca y yo

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La Vaca y yo

Lunes, 05 Mayo 2025 09:44 Escrito por 
Con singular alegría Con singular alegría Gilda Montaño

La Vaca y yo
Este es un relato extraño. Que no lo escribiría, creo yo, nadie. Pero la verdad, desde chica me importaba ver bien a los animales. Más si estos estaban desprotegidos y se podían morir de sopetón y sin previo aviso, por culpa de los humanos.

Desde chiquita, mi madre me tuvo durante cinco años sin hermana alguna, hasta que después de un largo rato, nació Roxy. En ese tiempo, tuve de cerca siempre, a mi gato negro que estaba conmigo siempre.

Así las cosas, el sentirlo, el apapacharlo, el ver cómo comía, dormía, roncaba, ronroneaba y se bañaba todo el santo día, además de asolearse, me daban idea de que –la verdad—solo servía para que yo estuviera contemplándolo y esperando ver qué hacía.

Así las cosas y los años, los gatos que tuve, los perros también, de repente me fui a vivir a un municipio que se llama Zinacantepec, cerquita de la reserva ecológica: Parque Estatal Sierra Morelos. Específicamente del Parque de Los Ángeles, en donde hay de todo: víboras, lagartos, patos, pájaros de diferentes tamaños y especies, búhos, pelícanos –en diciembre vienen de Canadá-… pero también pasan todos los días a pastar: vacas, toros, carneros, borreguitos, caballos, alguno que otro burro, además de miles de perros que andan detrás de ellos y que los pastorean.

Este parque ubicado en el municipio de Toluca y Zinacantepec, fue declarado originalmente por Decreto del Ejecutivo Estatal de fecha 22 de junio de 1976, por el entonces gobernador Dr. Jorge Jiménez Cantú y comprendió una superficie de 394 has. de zona montañosa dentro del Valle de Toluca, abarcando terrenos del barrio de la Teresona y poblados de San Miguel Apinahuizco, San Luis Obispo y Zopilocalco.

Por decreto en 1981, se le agregaron a la anterior superficie 860 has, que incluyeron terrenos montañosos de los municipios de Toluca y Zinacantepec de distinto régimen de propiedad, haciendo en consecuencia un total de 1,255 has. Superficie que hasta la fecha tiene el parque.

El parque Sierra Morelos, según dice la página del Estado de México, por su estructura natural, goza de variada vegetación nativa, como encinos, tejocotes, capulín, como matorrales, agaves y n opal. Cuenta con una cobija forestal dominante de cedro, pino, radiata, ocotes, eucaliptos, produciendo un paisaje muy digno de admirarse y provechar su oxígeno para purificar los pulmones de quienes aquí estamos.

Este parque goza de una importancia de primer orden, ya que la superficie verde con la que cuenta, de acuerdo con su proyecto normativo, es el único lugar de equilibrio ecológico y de salud ambiental que tiene la población de hoy y del futuro para la ciudad de Toluca, siendo muy importante dar a conocer a fondo el uso de su suelo.

Los dueños de los animales que van a abastecerse de comida diaria, son los responsables de ellos, digo yo. Y allí está Miguel, un joven muy joven, que los lleva, --a más de cincuenta diario-- a pastar. Pero el otro día, se le olvidó una vaca que más bien era una ternera joven y que cuando la vi echada en medio de todo el parque, me dio la idea de que estaba enferma, o picada por una serpiente, o mordida por algún animal que la tenía así. La vaca apenas se levantaba. No podía ni con su alma. O no quería. Pero pasaron horas y la vaca seguía allí.

Entonces, empezó el más absoluto de los bretes que he hecho en mi vida, por cuidar a un animal. Convoqué al jefe de colonos, Roberto y a Edmundo, que ayuda en el ecosistema del parque; a Valentín, el encargado de la seguridad… --no del parque, porque allí no hay: en esas más de 1200 has, no hay…--, sino de mi fraccionamiento; y como seguían sin venir por la bendita vaca, pues le hablé a quien fue el vocero anterior del ayuntamiento, mi amigo José Manuel, para saber qué hacía. No podía llevarme a la vaca a mi casa.

Felizmente el me contactó con una mujer valiosa y rápida: Lupita Munguía de prensa del municipio y en menos de lo que canta un gallo, me llamó el vocero de la seguridad de todo Toluca. Un joven inteligente, dinámico y muy amable, que me dijo que estaría en mi casa en ese momento: el licenciado Javier Contreras.

Y fue cuando me volví a asomar y … ¿qué creen? Ya había venido el pastor por la vaca. Les avisé a todos, y más al vocero dinámico de seguridad del municipio Es increíble la rapidez con la que fui atendida. Y no, todavía no estoy loca: el otro día dejaron a un caballo detrás, por los ejidos muriéndose y se lo comieron los perros. Oírlo fue desgarrador.


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Gilda Montaño

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