Poco o nada convincentes resultaron las declaraciones de la titular de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), Rosario Robles Berlanga. La también ex secretaria de Desarrollo Social tuvo el desatino de desconocer la contratación de empresas a las que fueron motivadas diversas universidades, entre las que se encuentra la Universidad Autónoma del Estado de México, y posteriormente señaladas en el caso de la llamada “Estafa maestra”.
Ayer, en San Lázaro, en su comparecencia frente a los diputados federales, Robles Berlanga no sólo desconoció la contratación de estas empresas para los diversos servicios realizados por las dependencias a su cargo –que posteriormente fueron motivo de presuntas irregularidades–, también se dio el lujo de cambiar la normatividad que rige a las instituciones, al dar a las universidades el papel de ejecutores de gasto y no de prestadores de servicio, para lo que realmente fueron contratadas.
Al más puro estilo de Poncio Pilatos, Rosario Robles provocó la exigencia de los legisladores, que en más de una ocasión arremetieron en contra de la funcionaria federal, quien reiteradamente aseguró que ni la Sedesol, ni Sedatu contrataron las empresas, pues “eso lo hicieron las Universidades”.
A decir de algunos universitarios consultados en la contratación de estos proyectos que prefirieron reservar su nombre, para el caso particular de la UAEM, desde 2012 las dependencias antes referidas se presentaron con proyectos de servicios entre los que se incluían los nombres “ideales" de empresas, uno de los motivos por los cuales se afirma que las propias universidades se vieron obligadas la subcontratación de terceros.
Así lo documentó la propia Auditoría Superior de la Federación en más de una ocasión, donde dio a conocer, a través de diversos medios de comunicación, que fueron las empresas las responsables de transferir directamente los recursos asignados a través del Presupuesto de Egresos de la Federación, y no las universidades como prestadoras de servicios.
Resulta algo más que inocente pensar que Robles Berlanga desconocía el origen de las empresas que trabajaron con las universidades; de ahí que en el mundo de la política se dice, nada es casualidad, y los titulares de toda dependencia pública se mantienen muy cerca de esos procedimientos.
Se puede añadir que por estos hechos, en la anterior administración de la UAEM se interpusieron diversos procesos y sanciones entre las que destacan dos denuncias interpuestas y aún pendientes en la PGR, y cuyo responsable, Hugo Manuel del Pozo Rodríguez siempre se acreditó como un gran interlocutor entre con las dependencias federales y las empresas para echar andar varios de los proyectos que hoy son señalados.
Rosario Robles, tratando salir bien librada, acusó directamente a las universidades de responsables, las instituciones que gozan de la mayor credibilidad social. No se trata tampoco de deslindarlas, pero fue infantil su argumento de desconocimiento. En fin, aquí el tema es que verdaderamente se llegue al fondo del asunto y se castigue a los culpables.