Una empresa llamada Death Science se dedica a impartir clases de anatomía a público no especializado, o mejor dicho a exhibir una práctica titulada “laboratorio de cadáveres”, por la que cobra desde 100 a 500 dólares. Esta perturbadora práctica es pública y de paga.
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Se trata de una clase de show abierto, en donde la gente que paga, puede observar en vivo la autopsia de un cadáver real, esta incluye la manipulación de los órganos por parte de los observadores que pagan 500 dólares.
Un canal de televisión infiltró a un periodista, quien pudo grabar con una cámara oculta, este evento realizado en la habitación de un hotel en Portland, Oregon, EEUU. Este informó que la disección que se realizó fue a un fallecido de Covid-19.
En una entrevista posterior, realizada por el New York Times, declaró la viuda, con gran indignación, que ella había donado el cuerpo de su marido a la ciencia para la investigación médica, y que nunca pensó que terminaría en una sala de exposición, en un evento con fines de lucro.
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Para dicho evento, se vendieron quinientos lugares, pero el CEO y fundador de Death Science, Ciliberto, insiste en que se trata de una experiencia educativa dirigida a gente interesada en el aprendizaje de la anatomía humana. Agregó que se establece un acuerdo entre los familiares de los cadáveres usados para la “educación médica”.
Aunque el caso ya está siendo investigado por las autoridades, no han encontrado pruebas de que dicho evento, éticamente cuestionable, haya violado alguna ley en específico. En cuanto al hotel en donde se realizó la práctica, asegura haber sido engañado con referencia a la naturaleza del evento.
En cuanto a la donación, realizada por la Sra. Saunders viuda del fallecido, hecha a la facultad de medicina de la Universidad Estatal de Lousiana, dicen fue rechazado por haber muerto de una enfermedad infecciosa.