Toluca/Estado de México
Un trastorno alimenticio implica todas aquellas conductas problemáticas en la relación con la comida, que impactan de manera negativa en la salud, la nutrición y las habilidades psicosociales de una persona. Hoy en día, una de cada tres mujeres lo padecen, un 50% más que hace 15 años.
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El pasado 2 de junio, Día Mundial de Acción contra los Trastornos de la Conducta Alimenticia (TCA), recordamos que estos desórdenes tienen una gran diversidad de presentaciones, las más comunes son los atracones, la bulimia nerviosa y la anorexia.
Aunque todas estas conductas comparten ciertos elementos básicos, poseen características propias, que es importante conocer para detectar de manera temprana algún caso. Los factores más comunes que detonan estas conductas son la fijación extrema por el peso y la apariencia, la reiterada costumbre de controlar el peso a través de todo tipo de dietas, la distorsión de la imagen corporal, la práctica de ejercicio físico exagerado, entre otros.
Todo esto lleva a la práctica de rutinas alimenticias fuera de control o desordenadas, que afectan a personas de cualquier edad, género, orientación sexual, grupo étnico o nivel socioeconómico, sin embargo, estadísticamente, son más frecuentes en mujeres adolescentes.
Es muy grande la estigmatización y juicios sociales que acompañan a este tipo de enfermedades, y su tratamiento requiere de un gran trabajo interdisciplinario, y luchar contra los factores que contribuyen a los trastornos alimenticios no es fácil. Desde hace algunos años hemos sido atacados por la imagen de un ideal de mujer delgada, joven y atractiva, que tiene un cuerpo con determinadas formas, muy distinto al ideal de un cuerpo sano.
Los medios, los productos milagro, las dietas, la moda, son disparadores de un ideal de delgadez que para muchos es inalcanzable. La gente hace cosas extremas en el intento de alcanzar esos ideales, perdiendo el objetivo principal que es tener un cuerpo sano que permita una mejor calidad de vida.
Por eso, en esta época, es más importante que nunca, trasmitirle a la población en riesgo, que son los niños y adolescentes, pues ellos están en pleno desarrollo corporal y estructuración de su personalidad, la diferencia entre la imagen ideal de delgadez y la imagen ideal de salud.
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