Aunque parezca que la superficie de la tierra es muy estática, en realidad se mueve, el aumento y disminución del calor en la tierra provocan corrientes de convección. Estas corrientes pueden empujar las placas y hacen que se separen algunos centímetros al año, lo que parece insignificante, causando efectos terroríficos, esto provoca terremotos, produce volcanes, crea montañas y tras millones de años mueve continentes enteros.
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Las placas tectónicas producen todos estos espectaculares acontecimientos, y se pueden mover de tres formas diferentes, Se pueden separar, juntar o deslizarse una respecto a otra. Cuando dos placas se separan se crea un borde llamado límite constructivo, esto suele suceder bajo el mar, al separarse las placas, el magma asciende, lo que puede ocasionar que una cadena de volcanes entre en erupción.
Con el tiempo, el magma se enfría y forma rocas en la superficie. Cuando dos placas se presionan la una contra la otra, se pueden producir dos efectos, si las dos placas son masas continentales, ambas superficies se elevan por la presión y forman una montaña, a esto se le llama límite de colisión, la tierra se presiona, arruga y eleva la corteza.
Pero si una placa oceánica choca contra una continental, la oceánica de mayor densidad se mete bajo la otra, en un proceso llamado subducción. En este caso se trata de un límite destructivo, y la corteza que se hunde se funde convirtiéndose en magma desencadenando terremotos y potentes erupciones.
Cuando las placas se deslizan lateralmente se genera un límite conservativo, no se crea ni se destruye corteza, pero pueden provocar graves terremotos. El movimiento de las placas tectónicas implica la continua remodelación de nuestro entorno a través del calor interno del planeta.