El tema del fenómeno de los niños influencers, y el mundo que les rodea, no pasa desapercibido en nuestros tiempos, pues los efectos perversos que tienen las redes sociales en niños y adolescentes conlleva una gran preocupación por parte de los padres, una lucha por impedir la penetración ideológica que afecta a nuestros hijos.
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Hoy escuchamos hablar de niños y adolescentes que ganan millones gracias a la publicación de atractivo contenido, la mayoría carente de calidad intelectual, moral e inclusive racional. Estos personajes son recibidos y alabados como los Beatles en los años ’60, dignos de otorgar un autógrafo, y ser modelos a seguir como ídolos, por una generación.
Pero la incógnita que muchos se plantean es qué va a ser de sus vidas, ¿en qué persona adulta se convierte un niño o adolescente que a temprana edad vive una fama ficticia y descomunal? pues si a esa edad los reciben de esa manera, pensaran que son personalidades muy importantes, cuando estos no han realizado nada en particular.
Últimos estudios, a cerca de la efímera y ficticia ciber realidad que viven los influencers, arrojan que cuando se convierten en adultos, la caída es en la mayoría demasiado difícil, el después de estos chicos, no es tan agradable. Las secuelas de haber conseguido de manera fácil, rápida y superficial un éxito que tiene caducidad, a esa edad va dejando su huella, pues existe una estrecha relación entre la imagen y la autoestima.
A esto le agregamos que muchos dejan de interesarse por desarrollarse en otros terrenos más reales, que en un futuro son herramientas para trabajar en el mundo real. Pues van contado la historia de que para ser feliz, hay que poseer y consumir, y sólo consiguen llegar a la adultez desarmados y excluidos del filtro en el que vivieron su “mejor” momento.
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