Luis Alfonso Guadarrama Rico
Red Internacional FAMECOM
La semana pasada comenté que, con motivo de este histórico día, Día Mundial de Lucha contra la Homofobia, destinaría una segunda parte para pasar lista a algunos aspectos que en este rubro existen en México.
La denominada «homofobia», desde mi punto de vista, es una bandera muy trascendente y estratégica para conseguir avances, dadas las condiciones estigmatizantes y discriminatorias que viven muchas personas y que grupos que viven fuera u ocultos en los delgados y sinuosos límites de la heteronormatividad. El camino por andar es extenso y quedan muchos aspectos de la vida por atender, mejorar, resolver e incluso, por reorientar, tratándose, por ejemplo, de las perversas terapias de reconversión para pasar de: sentir, pensar, convivir y desear en clave homoerótica, al draconiano mundo heterosexista.
Desde luego, no es menos cierto que, en realidad, la denominada «homofobia» no cumple con los criterios ortodoxos para considerarla como tal, al menos no en términos clínicos. Sin embargo, entiendo el sentido de tal bandera, pero simple y llanamente, en la mayoría de los casos, muchos comportamientos –aunque reprobables por parte del mundo patriarcal y machista-- no alcanzarían a calificar como verdaderamente patológicos hasta inscribirlos en respuestas fóbicas.
Queda un océano por nadar en materia de inclusión, respeto a los derechos humanos y no discriminación para millones de seres humanos de nuestro país que, por el sólo hecho de sentir, desear, vivir y amar fuera de los cánones dicotómicos de hombre (heterosexual) o mujer (heterosexual), son excluidos, agredidos, avergonzados y estigmatizados en diversos aspectos de su vida diaria.
Gracias a la lucha social, familiar, individual y legislativa, en algunas entidades de este país, que se ostenta como un Estado laico, se ha logrado resignificar el purista concepto matrimonial. Durante siglos su significado greco-latino solamente se entendió como la unión entre un hombre y una mujer; cuya dama tendría la calidad de legítima mamá, al procrear hijos, consecuentemente genuinos ante la ley, con el esposo. Por eso: matrem [madre] y, monium [calidad de]. Ahora, no en todos los casos aplica este sentido, ya que pueden coexistir dos personas de sexo masculino o dos de sexo femenino, unidas legalmente en la impoluta y armoniosa figura del matrimonio civil.
Como se puede ver en el siguiente mapa, a pesar de las monumentales pataletas que han seguido dando varios congresos locales neo-conservadores de este país, en 17 de las 32 entidades (más de la mitad del total) han aprobado el casamiento civil entre personas del mismo sexo.
Para variar, en este y otros temas vanguardistas, la Ciudad de México fue la primera en aprobar legalmente este tipo de uniones conyugales, al lograrlo en el año 2009; nada más hace una década. Entonces se conoció como la Ley Razú, en correspondencia con el hecho de que el diputado David Razú Aznar, desde la fracción parlamentaria del Partido de la Revolución Democrática (PRD) lideró y logró el reconocimiento de esta figura jurídica para las parejas del mismo sexo.
Mapa 1. Entidades de la República Mexicana donde las personas del mismo sexo pueden:
Contraer matrimonio civil, adoptar de manera conjunta como pareja/matrimonio o, en algunas donde se permite la adopción por parte de la segunda madre o padre.
Periodo: 2009-2019
Como diría la canción, después se abrió un compás de espera, hasta que en 2014 y 2015, los estados de Coahuila y Nayarit, respectivamente, aprobaron el homo-casorio civil. Desde mi punto de vista, lo que aceleró el paso en este rubro incluyente fue que, en 2016, el entonces presidente Enrique Peña Nieto, en una fecha como este viernes, pero de ese año, anunció que había enviado al Poder Legislativo una iniciativa para que en el código civil federal se aceptara el maridaje jurídico en homoparejas. matrimonio
Así que, las Cámaras de Diputados de Campeche, Quintana Roo, Morelos, Michoacán, Colima, Jalisco y, al siguiente año, Puebla, Chiapas y Chihuahua hicieron su tarea, tratando de enviar su mejor mensaje al Poder Ejecutivo, tratando de comunicar que ellos sí sabían hacer su tarea en tiempo y forma.
Como lo reflejan las cifras, el casamiento igualitario continúa en ascenso en México. Se puede ver en el gráfico que hasta hace poco no se registra ningún declive todavía. En 2017 habían sumado 12,185 bodas civiles en todo el territorio, incluidos aquellos casos que deben recurrir a un amparo hasta llegar a la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN). Ver siguiente gráfico.
Un derecho, sin duda. También, una lucha desde el mundo de las emociones, del amor, de las ilusiones; expectativas que dan combustible a determinados proyectos existenciales compartidos ¿Quieren gozar y sufrir igual que los heterosexuales que optan por la milenaria figura del matrimonio civil? Adelante. Allá ellas y ellos.
Seguiré...