Hoy hablaremos de un amigo oriundo de Zacualpan, pueblo de oro y plata, ubicado en el sur de nuestro querido estado, quien, a lo largo de su vida, ha tenido grandes puestos dentro de la administracion, tanto federal como estatal. Hombre sencillo, padre de familia, esposo y abuelo, me refiero a Humberto Benitez Treviño.
Víctor Humberto Benítez Treviño nace el 5 de Julio de 1945, en la tierra que se identifica con el nombre de la patria, México, en Zacualpan, bello pueblo de oro y plata en el sur del estado, en el que su gente guarda la algarabía de múltiples generaciones que, celosamente, han cuidado la imagen de la provincia y lugar donde concebía sus primeros sueños.
Creció en la ciudad de Toluca, sus padres fueron don Silvestre Benítez Villalpando y Rosalía Treviño, quienes cuidaron de su educación bajo los principios que lo hicieron un hombre responsable y ciudadano consciente de sus deberes y partícipe en la vida comunitaria.
Parte de sus enseñanzas académicas se deben a la escuela Justo Sierra, donde aprendió sus primeras letras y se inició en los conocimientos culturales sobre la historia de México.
En la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMex), cursó la secundaria, cuando aún se impartía en dicha institución, los cinco años de bachillerato. Se ubicaba, en su momento, en el edificio del antiguo beaterio, que hoy en día se le conoce como edificio Central de Rectoría. Ahí mismo recibió las primeras clases de licenciatura en Derecho que culminó en las nuevas instalaciones del Cerro de Coatepec. Sus recuerdos de la estadía en esta institución son la cálida amistad de sus compañeros y la sabiduría de los juristas que le enseñaron el arte del Derecho como medio para buscar la justicia.
Su juventud está marcada por la práctica de diversos deportes, entre ellos el futbol, pues en la actualidad sigue siendo aficionado de éste y su equipo favorito es el Deportivo Toluca.
Su carrera política tiene orígenes en la Universidad Autónoma del Estado de México, cuando aspira a ser Director de la Escuela Preparatoria número 1 “Lic. Adolfo López Mateos”, y en los concursos de oratoria de la misma institución y del periódico “El universal”. Desde la tribuna cultivó el arte del buen decir, tratando de armonizar su pensamiento con sus acciones. El maestro Miguel Galindo Camacho siendo Procurador General del Estado, lo nombró Primer Agente Auxiliar del Ministerio Publico y, más tarde, el maestro Carlos Hank González le encargaría la responsabilidad en el organismo AURIS.
A partir de ahí, ha ocupado cargos en la administración pública de los que sólo se mencionaran algunos: en el gobierno estatal, Procurador General de Justicia, Presidente del Consejo Consultivo para la Actualización de la Legislación, Magistrado Presidente del Tribunal de lo Contencioso Administrativo, Diputado de la LV Legislatura local y Secretario General de Gobierno.
En la Ciudad de México: Delegado Político del Departamento del Distrito Federal en la Delegación Benito Juárez y Procurador General de Justicia del Distrito Federal.
A nivel Federal: ha ocupado cargos en las secretarías de Hacienda y Crédito Publico y la de Turismo, la Contraloría de la Federación, titular la Procuraduría General de la República, tuvo el honor de ser el abogado de la Nación. En la LVI Legislatura Federal, como diputado federal, presidió la Comisión de Justicia, en la que realizó la labor que perfila a México como una nación con nombre propio, Estado laico y protector de los derechos humanos.
Por otro lado, también se ha caracterizado por ser escritor, pues ha redactado discursos, ensayos, artículos y obras como “Filosofía y Praxis de la Procuración de Justicia”, que ya es libro de consulta obligatoria en varias universidades del país. “Exegesis sobre las reformas constitucionales en materia penal”, “Ponciano Arriaga y León Guzmán”, dos próceres de la Reforma, “Disertaciones Juaristas” y “Adolfo López Mateos”, símbolo vivo del patriotismo mexicano.
Entre las satisfacciones que le han dejado los cargos administrativos y de representación popular, es que está convencido de haber cumplido con la patria; asegura que ha servido de una manera responsable y servirá desde los lugares en donde quiera que se encuentre.
Sin embargo, hay un hecho que sigue presente en su mente y que hizo de su vida parte importante e inolvidable: perteneció al grupo de “Los Vampiros” que fue, en su momento, un grupo cultural que surgió en la coyuntura del ICLAEM y la UAEM (UAEMex), grupo que fue el alma de su generación por la animación de sus cantantes y orquesta musical. Fue partícipe en las luchas por la autonomía universitaria, siempre apoyó al maestro Juan Josefat Pichardo Cruz para, que en 1956, se fundara la UAEM, hoy UAEMex. Este grupo estuvo bien identificado con los valores de la Universidad, donde, asegura, se forjaron grandes médicos, abogados y otros profesionistas que actualmente son orgullo de la misma estatal, nacional e internacional y, con especial responsabilidad ante la sociedad, que les ha confiado trabajos por reconocerles como auténticos universitarios.
Recuerda Humberto que los estudiantes de este grupo, por medio de sus movilizaciones y la simpatía que gozaban entre la población en general, ejercían influencia sobre las decisiones que darían vida a la Universidad Autónoma del Estado de México.
“Los Vampiros” estaban integrados estudiantes de bachillerato de entre los 13 y 17 años que tenían un arraigado sentimiento de pertenencia.
El fundador de “Los Vampiros” fue Daniel Benítez Bringas. Este grupo inicialmente surgió como un equipo deportivo; sin embargo, debido a la popularidad, fue creciendo y se transformó en una agrupación cuya característica principal era el relajo. Así, gracias a este atractivo, el grupo integró a cerca de ochenta por ciento de alumnos de bachillerato.
En poco tiempo, “Los Vampiros” se convirtieron en fraternidad con el nombre de Club Vampiros. Su influencia hizo que obtuvieran beneficios como mobiliario y recursos económicos para tener un establecimiento en el que se realizaban veladas musicales, concursos de oratoria y todo tipo de actividades estudiantiles; también jugaban ping-pong.
Entre los integrantes de este Club se recuerda al “Huele” González, José Luis Macedo, Federico Osorio Ticoche, Rolando Benítez, Prisciliano Hernández Panano, Rafael y Gilberto Pliego, Alfredo Abíter “El Títere”, y muchos más.
El doctor Benítez recuerda que lo mejor, y lo más valioso, que tiene en la vida es su familia, su esposa, la estimada amiga y colega arquitecta Rosalinda González Chávez (hija de don Agustín González Arguelles) y sus queridos hijos, la maestra en derecho fiscal Rosalinda Benítez González, ex secretaria de Turismo del gobierno estatal; el notario Humberto Benítez y Andrea Benítez. Asegura que su familia es la fuente de inspiración para cumplir sus responsabilidades que se le encomiendan en los cargos conferidos en la administración pública y en los de elección popular.
Humberto es un personaje que se ha caracterizado por su dedicación a la política, cuyas metas son servir a la patria, construyendo su grandeza a través de las decisiones que trascienden, pues ha tenido la oportunidad de promover reformas constitucionales y elaborar leyes para el Estado y la Nación.
Es una persona sincera y abierta con sus amigos, entregado, cuidadoso y cariñoso con su familia, a la que ama entrañablemente. Le gusta ser hombre de mundo y del mundo, le gusta estudiar, leer, escribir y viajar por todos los países de los diferentes continentes de la tierra para aprender de su cultura y disfrutar de su paisaje pero, para él, nunca existirá otro país con más belleza territorial y humana que nuestro querido México.
Actualmente es un ciudadano más que cumple sus deberes y obligaciones en la sociedad, siempre recordando su compromiso ético y social, pues asegura que se ha preparado para ser actor social en la administración pública y en los cargos de elección popular.
Finalmente, comenta que los valores cívicos en Toluca no se han perdido sino, más bien, se han incrementado. La imagen de la obra pública cambió y, ante todo, las generaciones de niños, jóvenes y adultos deben ser concientizadas de que la elevación de los valores cívicos se generan desde la familia, la escuela y el impulso cultural del gobierno, solo así se puede elevar la calidad de vida de los pueblos de la nación mexicana.