Es innegable el deterioro político local en el Estado de México, cuando observamos que el gran argumento de muchos para conseguir un cargo de elección popular es su capacidad económica para simular un compromiso social inexistente, contratar promoción mediática y comprar candidaturas. Hace una década, ya en tiempos de competencia electoral, los municipios se disputaban entre políticos que al menos contaban con recorrido y experiencia, y aunque bastantes fallaron, la ciudadanía no quedaba a merced de improvisados motivados por su ambición y vanidad.
Hoy por hoy, son demasiados los “empresarios” que se promueven, como si el ejercicio del poder fuera cualquier cosa y no se necesitara ningún tipo de entendimiento sobre lo público. No han estado cerca de la gente, pertenecen a una minoría y no cuentan con experiencia o conocimiento político pero, se consideran dignos por el simple hecho de tener cartera suficiente para respaldar sus irresponsables ambiciones. En nuestra entidad, la política se esta deteriorando a tal grado que las candidaturas son para quien puede comprarlas y no para quienes trabajan genuinamente por la gente.
A la gente le espera lo peor si quienes aspiran a gobernarlos son estos individuos sin idea, pero con dinero para forjarse el camino a un Ayuntamiento o una curul. En su desmedida ambición, estos representantes de la iniciativa privada en el ámbito político no consideran los profundos daños que causan a miles de familias al ejercer el poder sin tener conocimientos ni experiencia. Al ser improvisados, agudizan las desigualdades y la pobreza, son incapaces de combatir la corrupción y la violencia, además de usar las instituciones para garantizar beneficios particulares a ellos mismos y sus allegados. Lo que para ellos es la fascinante aventura de cumplir el capricho de brincar de lo privado a lo público, para la gente es el fatal destino de desperdiciar otro trienio o sexenio en el que, una vez más, no se mejoró su calidad de vida por la incompetencia de quien consiguió comprar poder político.
Desafortunadamente, este es el panorama que se perfila para el 2021 en algunos municipios del Estado de México. Muchas personas observan sin consciencia esta situación, y es mucho más grave de lo que parece. Millones de mexiquenses pueden ser afectados por ignorantes sin otro mérito para gobernar más que el de contar con el presupuesto suficiente para comprar un cargo y, como consecuencia, prostituir la democracia.
Los partidos deben detener la subasta de candidaturas para velar por el bienestar social; será inaudito si la militancia que, en teoría, debiera permanecer cercana a la realidad social empieza a venderle posiciones a minorías para hacerse de más recursos económicos. En ningún sector de la sociedad puede haber complicidad con aquellos que pretenden corromper nuestro sistema político; está en nuestros institutos políticos y medios asumir la responsabilidad social de acotarlos y, en la ciudadanía, la defensa de nuestro Estado a través del rechazo a dichas figuras si es que logran aparecer en la boleta con la complicidad de los sectores que concentran más poder.
