La semana anterior, el presidente Andrés Manuel López Obrador, presentó su segundo informe de gobierno haciendo énfasis en el combate a la corrupción, la situación económica y la gestión de la pandemia. Han sido dos años de una victoria de grandes dimensiones, al ser la más amplia desde la instauración democrática en el 2000 y lograda por un partido nuevo, a tan sólo tres años de su fundación. Desde entonces el ejecutivo ha cambiado drásticamente de formas y narrativa, aunque no necesariamente se ha visto reflejado en avances sustantivos. A los mexicanos todavía les duelen los mismos problemas desde hace décadas y la desesperación crece al no encontrarse los caminos prometidos con los profundos cambios derivados desde hace 20 años con la alternancia.
Andrés Manuel López Obrador logró en 2018 el apoyo de la mayoría, consiguiendo el respaldo de más de la mitad de los sufragios emitidos. En gran parte fue por la consistencia mostrada desde que asumió como Jefe de Gobierno de la capital, cuando señalaba que era necesario combatir la corrupción y la desigualdad. Hoy por hoy, dos décadas después, mantiene el énfasis en este tema durante su segundo informe, a propósito de las investigaciones a Lozoya Austin por su implicación en la trama de Odebretch. Pareciera que será un tema recurrente de aquí a las próximas elecciones, y en el cuál están involucrados actores de varios partidos políticos y figuras de los dos últimos sexenios. Aunque el presidente durante su campaña y como gobierno ha enfatizado que no verá hacia atrás, hoy por hoy platea una consulta en 2021 para enjuiciar a los expresidentes.
Otro vital tema durante la rendición anual de cuentas es la crisis sanitaria y económica por la que transitan todas las naciones. El primer mandatario asegura el comienzo de una recuperación en ambas materias, y aunque es verdad que la pandemia mantiene un ritmo de desaceleración, los próximos meses se ven complejos económicamente. Se asegura desde el gobierno un repunte en empleo y crecimiento, pero no parece ser suficiente para una situación equiparable a la Gran Depresión, al haber una contracción de más del 10 por ciento en nuestro país, sumándose al estancamiento de 2019 tras la cancelación del NAICM. Sin duda, el reto para esta administración será generar confianza y certezas para propiciar un entorno que permita a los mexicanos salir de la recesión.
En cuanto a popularidad, el presidente López Obrador llega a este punto del sexenio con cifras similares a las de Fox y Calderón, y muy por encima de Peña Nieto. Algunos leen su popularidad como un constante descenso, pero llama la atención que a pesar de los graves problemas mundiales enfrentados este año, más de la mitad de los mexicanos lo respaldan.
Además, en las encuestas para el próximo año, MORENA lleva gran ventaja con todo y el desgaste de los recientes meses; los demás partidos no han sabido generar una credibilidad que les permita capitalizar el descontento de quienes han cambiado de parecer en estos dos años. De tal manera que, desde la perspectiva ciudadana podemos concluir que, para los mexicanos el respaldo a AMLO es amplio y mayoritario, pero no se transmite a la conformidad con las principales acciones de gobierno.
Aún así, MORENA cuenta con ventaja de cara a los próximos comicios y parece que mantendrá la Cámara de Diputados y se hará de algunas gubernaturas, en gran medida por la incapacidad opositora de entender el mensaje mandado en las urnas durante el 2018 y negarse a reformar sus prácticas y corregir las acciones que disgustan a la sociedad, y así formar un sano contrapeso. Esperamos, desde la ciudadanía, un mejor desempeño de nuestra clase política porque la mayoría de los mexicanos necesita del buen servicio público para que el Estado garantice desarrollo, seguridad y vías de recuperación.