El Toluca sorprendió con sus contrataciones de invierno, refuerzos que si bien en algún momento demostraron calidad futbolística, son más recordados por sus antecedentes de indiciplina, actitudes que incluso les han costado el trabajo en otros clubes.
El primero de ellos es el colombiano Luis Quiñones quien desde su llegada al futbol mexicano nunca mostró estabilidad emocional. Llegó para Tigres donde jugó poco y fue cedió a Pumas, ahí tampoco pudo consolidarse y pasó a Lobos BUAP donde se convirtió en el referente de ataque pero solo las primeras jornada, ya que una indisciplina extra cancha provocó que el club poblano lo retirara de su plantilla mucho antes de terminar el torneo.
Otro que llega es Ángel Reyna, futbolista mexicano con amplias cualidades, desde su debut con San Luis mostró aptitudes al ataque, cualidades que lo llevaron al América donde ganó un título de goleo y hasta convocatoria a Selección Nacional, sin embargo, su protagonismo rompió el vestidor y fue dado de baja.
Después pasó por Veracruz, Celaya en la División de Ascenso y ahora a Toluca, donde el reto será concentrarlo en el futbol y evitar sus berrinches.
Para el técnico Hernán Cristante no es nuevo lidiar con jugadores catalogados como "problema", se la jugó reclutando a Rubén Sambueza y hoy el ex de América es su referente en el campo.
Pero una cosa es tener a un jugador de carácter explosivo en el equipo y otra tener a tres, aunado con liderazgos dentro del vestidor como Gabriel Hauche y Alfredo Talavera que podrían chocar con los egos y comportamientos de los refuerzos para el próximo torneo.
Pese a todo Hernán Cristante asume el reto de dirigir y comandar esta plantilla, un vestidor que debe tratar con pinzas, pero también, que si logra llevarlos por el camino del futbol y sacarles jugo podrían convertirse en un equipo protagonista de la Liga.
El tiempo mostrará la realidad, lo que es un hecho es que vaya vestidor que ha conjuntado Toluca, una plantilla explosiva que ojalá lo sea dentro de la cancha y no fuera de ella.
