La tauromaquia y las convicciones políticas

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La tauromaquia y las convicciones políticas

Miércoles, 15 Junio 2022 01:47 Escrito por 
Ricardo Moreno Bastida Ricardo Moreno Bastida Moción Suspensiva

En días pasados, un juez federal otorgó una suspensión para suspender, hasta en tanto se resuelve el amparo interpuesto, las corridas de toros en la Plaza México. Desde hace muchos años he visto cómo han evolucionado las protestas de los animalistas contra la tauromaquia y, debo decirlo, he visto desde opositores serios y responsables cuyos argumentos son dignos de escuchar, hasta los reventadores y acarreados que no saben ni a dónde ni a qué van los días de festejos por la inauguración de esa plaza cada 5 de febrero.

Ni los adjetivos ni la violencia otorga razón a nadie. Tampoco lo hace la imposición de un modelo determinado de convivencia. Reducir este tipo de situaciones a tomar partido entre lo aparentemente bueno y lo aparentemente malo es, por demás, maniqueo.

En primer término, deberemos decir que la cultura de la protección animal es de reciente creación. Data de unos 30 años y ello ha cambiado significativamente la cultura jurídica, pues ha supuesto la adopción de nuevos paradigmas como la susceptibilidad de que los animales sean sujetos de derechos. Esta situación, que hasta apenas unos años era imposible hoy, sin embargo, ha mutado en el sentido de que los animales tienen derecho de goce como supone las leyes que combaten el maltrato animal.

Sin duda, existen todavía en el mundo jurídico y en la sociedad en su conjunto, quienes estén a favor y en contra de ello. Sin embargo, no creo en la falsa premisa de que quien se oponga a la prohibición de corridas de toros sea conservador o no o, bien, quienes se oponen a su realización sean progresistas.

Más allá de que indebidamente se ha tratado de ideologizar el contenido de estas medidas prohibitivas y que quienes lo hacen intentan estigmatizar a sus contrarios. Es imprescindible alejarse de ello, ya que se ha desarrollado una especie de condena pública de los grupos animalistas a aquellos que les guste o siquiera manifiesten su interés en acudir a una corrida de toros. Creo, sin embargo, que la conciencia progresista no debe alentar este tipo de juicios populares y sumarios que nada tienen que ver con los verdaderos problemas de fondo de nuestra sociedad.

Los gustos por este tipo de cultura o tradición, fiesta o evento, nada tiene que ver con las convicciones políticas. El respeto por los demás y por lo diverso es lo propio de la conciencia de izquierda progresista. La negación de la violencia para dirimir conflictos también lo es. De hecho el pacifismo es la expresión más acabada de la izquierda progresista, pues es en la paz donde se puede desarrollar plenamente el individuo.

Sin duda, la suspensión dictada por el juez del caso es controvertida y generará puntos de vista encontrados. Lo cierto es que nadie es ni más bueno ni más malo porque le guste o no este tipo de espectáculos, de alguna u otra forma es, también, parte de la moral de cada persona.

Por mi parte creo que las prohibiciones siempre son malas. Nunca terminan por obtener el fin para las que se crean y generan climas de ilegalidades toleradas que fomentan la corrupción. Así sucedió en su momento con el alcohol, la prostitución, el tabaco, las drogas, etc. Las prohibiciones deben estar orientadas a ser las menores posibles para que florezca la libertad. Una libertad informada, educada y consciente que permita al ser humano ser más honesto, productivo, creativo y feliz.

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Ricardo Moreno Bastida

Articulista invitado