El título de esta entrega debería decir además: “con la ayuda o complicidad de muchas dirigencias sindicales”, pero el título sería muy largo, además de que la traición de los dirigentes a las base que dicen representar, se ha convertido en algo normal en nuestros tiempos, un cáncer que está quedando en evidencia, con los ejercicios de validación de contratos colectivos que por ley se tienen que llevar a cabo desde hace un par de años, procesos donde queda en evidencia el manejo amañando de padrones de agremiados, el empeño en evitar al máximo que el voto libre, secreto, directo y personal se materialice en estos procesos, entre otras aberraciones.
Dice Noam Chomsky en el documental “Requiem por el sueño americano”, basado en el libro que lleva el mismo nombre, que en el neoliberalismo, una forma de mantener a la sociedad a raya, es limitar es su acceso a todos los derechos de índole material, hacer de la escasez algo normal y cotidiano, para que al final del día terminemos diciendo algo así como: “debemos dar gracias a Dios de lo que tenemos, aunque sea poquito”, una estrategia que el modelo económico utiliza con mucha efectividad.
No tenemos que ser adivinos o lumbreras intelectuales para prever que en el actual modelo, los derechos laborales siguen siendo una carga que la economía se quiere sacudir totalmente, la privatización de muchos servicios y la aniquilación de muchos derechos como el pago de pensiones garantizadas después de la vida laboral, son derechos que no caben en este modelo, para terminar con ellos se requieren primero 2 cuestiones: que la gente estemos convenidos que el modelo no funciona y que debe cambiar, y para que la cuña apriete, que haya un catalizador que sea del mismo palo para legitimar las medidas.
La pandemia por COVID 19 puso a las empresas la mesa para disminuir los derechos de los trabajadores en los pocos contratos colectivos de trabajo que aún existen, en nuestro país el argumento de crisis económica ha sido suficiente para que el sector patronal, exija la renuncia a derechos colectivos a los trabajadores, con la amenaza que en caso de que no se acepte la solicitud, el cierre de las empresas es inminente, eso sí, jamás se muestran los estados financieros y argumentando un gran endeudamiento, tampoco se acredita detalladamente la fuente real del mismo, en muchos casos derivado de los sueldos y prestaciones altísimas en el personal directivo.
Los 3 pasos ya los esbozamos, el primero es pedir la flexibilización de los trabajadores, pero de la base, no de sus dirigentes, quienes deben acceder a modificar los contratos colectivos de manera permanente, suprimiendo cláusulas que les daban beneficios superiores a los establecidos en la Ley Federal del Trabajo, a cambio tendrán la posibilidad de recibir su salario y las prestaciones más mínimas, aunque sin una garantía clara de por cuánto tiempo podrán seguir haciéndolo.
La segunda medida es convertir a las dirigencias sindicales en sus jefes de relaciones públicas, son las comitivas de estas organizaciones, las que “concientizando” a los trabajadores, los deben convencer que el único camino para garantizar la continuidad en las operaciones de la empresa, es aceptar la modificación de las condiciones laborales, algo que según ellos no es una traición, es una medida que aunque dolorosa, es necesaria, a cambio claro que seguirán al frente del sindicado con plazas liberadas, bonos, vehículos, oficinas, etc.
La tercer medida es evitar al máximo la intervención de la autoridad laboral, aunque realmente tampoco hay mucho peligro en que ello ocurra, realmente lo que se busca es llevar a cabo un proceso en “fast-track”, que rápidamente borre de la mente de los trabajadores los derechos a los que renunciaron, lo que motivará muy probablemente a la renovación de la plantilla laboral, para que con la mayor rapidez posible se tengan nuevos trabajadores, que no tengan ni idea de las condiciones laborales a las que renunciaron sus predecesores y desde luego como dice el dicho, “nadie puede desear lo que no conoce”.
Dicen los dirigentes sindicales que apoyar de alguna manera la propuesta del sector patronal no es una traición a sus representados; si no es una traición, entonces es una muestra clara e indiscutible de su ineptitud o estupidez, pues nadie puede creer que la situación precaria en la que han puesto a sus representados, sea producto de un hecho súbito que no se podía prever.
Como también dice Chomsky en el mismo documental, los sindicatos son una fuerza democratizadora, una fuerza que necesitamos hoy en día más que nunca, en estos momentos dónde el neoliberalismo se ha arrojado sobre cualquier espacio de la cotidianidad humana, pero para que ello ocurra, primero se deben democratizar así mismos, algo que suena muy complicado de lograrse, pues son los mismos trabajadores los que se niegan a comprometerse personalmente con la defensa del sustento de su familia, es algo así como lo que dijimos: la cosa está algo mal, pero hay que darle gracias a Dios que tenemos trabajo y no hay que cuestionar a nuestros dirigentes, no sea que ordenen que nos corran por cuestionarlos, ahí la cosa sí va a estar complicada.
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Abogado Postulante y Director de la Escuela para la Formación Política y Sindical A.C.