Una de las mejores propuestas educativas del actual gobierno federal, fue en materia educativa. Lástima que al final fue un absurdo espejismo. Me explico –refiere el periodista mientras bebe un trago de su matutino café americano-. Verá, anunciar que crearía 200 Universidades del Bienestar, para dar a los jóvenes “ninis”, la oportunidad de estudiar, era una idea genial. Hasta el momento, se han construido 145 de esos centros educativos. Pero lucen abandonados, sin estudiantes.
Mire, en 2019 –de acuerdo con datos del propio gobierno-, se tenía un registro de 39 mil 170 estudiantes inscritos, pero en 2021, la cifra cayó a 28 mil 087, es decir, más de 11 mil alumnos que dejaron estas instituciones básicas en infraestructura y personal, debido a deserción escolar, baja académica o porque no les fue autorizada la beca de 2 mil 450 pesos mensuales, que se les otorgaban durante 10 meses para estudiar. Ahí estaba el problema.
La meta era lograr matricular a 200 mil jóvenes en el sexenio, sólo que, únicamente, están matriculados el 14 por ciento, faltando sólo un año de vida al sexenio. Digamos que como casi toda obra prometida e inspirada como cuarta transformación, no se terminará o se entregará al meritito estilo de la política tercermundista: al “¡aiseva!”, aduciendo estrategias de austeridad, como son de austeras, de verdad, estas universidades que, muchas de ellas, funcionan en lugares rentados, sin condiciones académicas adecuadas como mobiliario, perfiles docentes e incluso, infraestructura limitada, al menos así lo hicieron saber estudiantes en activo y egresados, agrupados en la “Red Nacional de Estudiantes y egresados de las Universidades para el Bienestar Benito Juárez García”.
Sin embargo, en esta escena de la especulación y la apariencia, el presidente anunció que se construirían 55 nuevos planteles que funcionarán antes de concluir el sexenio, para llegar a los 200 y que impartirán las licenciaturas en Medicina y Enfermería. Así “le pega dos veces al gato”, o “le tapa el ojo al macho”, o “les da gato por liebre”, porque, en la crisis de salud, el desabasto de medicina y las ejecuciones de médicos en el norte del país, les ofrece empleos a todos en el gobierno. Sin duda, sí le sabe a “la grilla el señor”. Recuerde usted que “Grillar” connota lo que en distintos castellanos sería embaucar, timar, chantajear, encandilar, apendejar, engatusar, cabildear, pactar, urdir, intrigar, conspirar, manipular… toda una densidad semántica para imponer una forma de gobierno que le llega al ciudadano victimado por los años de pobreza y falta de oportunidades, pero que hoy, lo acepta con la esperanza de que al menos en el discurso, las cosas cambiarán.
Las Universidades del Bienestar no podrían nunca, compararse con las universidades públicas. Le diré por qué. Mientras un campus de, mmm... la UAEMEX por ejemplo, requiere de una aprobación legislativa para su construcción. Las Universidades del Bienestar, no. Claro que jamás existiría comparación, mucho menos si habláramos de rectorías como la UNAM, la UAEMEX, la UANL, la UdeG, la de Puebla, no, ni cómo. Pero con éstas, las UBBJG, creadas al vapor (¿en un año 55 universidades más? ¡Caray!), ni falta hace informarle a un congreso preocupado, más por el poder, que por el destino del dinero de los mexicanos.
El periodista Raymundo Rivapalacio dijo algo preocupante: “son los estudiantes quienes no saben que las escuelas del presidente no cuentan con el Reconocimiento de Validez Oficial de Estudios de la SEP. No pueden obtener un título profesional legal, y es, igualmente imposible, esa promesa de darle trabajo a todos los egresados de sus escuelas “patito”. Sólo digo… Mi twiter @raulmandujano