Nuestras oraciones estarán siempre con las víctimas de la maldad y la hecatombe, dice el periodista mientras escucha, lee y ve las noticias que revelan cifras macabras tras los terremotos en Turquía y Siria: Alrededor de ¡36 mil muertos y más de 85 mil heridos!, 5 mil desaparecidos y al menos un millón de personas damnificadas. Es una imponente acometida letal de la naturaleza, que también nos recuerda el desamparo de estas naciones sacudidas además por una guerra interminable. En Siria, 12 millones de sus habitantes fueron impactados por el desastre natural, cuando ya tenían otros 15 millones lastimados por los estragos bélicos.
Ya antes de los sismos, en Siria había una crisis humanitaria por una guerra que comenzó hace 12 años. “Una crisis sobre otra crisis”, referió El-Mostafa Benlamlih, representante de la ONU en Siria, quien explicaba que "ya había una situación muy vulnerable. La gente no era capaz de cuidar de sí misma, y de repente llega esto".
La interminable guerra Siria
Le cuento. Esa guerra civil, su guerra, estalló en 2011, hace 12 años, con levantamientos contra la dictadura militar de Bashar al-Ásad. Fue conocida como la "primavera árabe", por haber iniciado un 15 de marzo y, aunque mucho se apaciguó, Siria parece haber quedado estancada en una violencia que, si bien ha disminuido, sigue siendo el vestigio de un país convulsionado por una guerra fratricida.
Habría que recordar, sólo como contexto, que en 2015, tres años después del inicio del conflicto en Siria, el presidente ruso, Vladimir Putin, anunció operaciones militares en ese país, en apoyo al presiente Al-Assad, y en contra de ISIS, un grupo terrorista del estado islámico surgido en Irak. Y lo cito por una razón –relata el escribano-, militares rusos que participan en la invasión a Ucrania, fueron adiestrados en Siria para matar en combate y, en 2017, la ONU reportó que soldados sirios utilizaron “sarín”, un poderoso agente químico durante un ataque contra una población controlada por rebeldes. Los daños contra esa gente han sido aterradores.
La llaga turca
En 2016, Turquía entró de lleno en la guerra civil con tres grandes operaciones en el norte de Siria contra fuerzas kurdas (con las que mantiene un conflicto independiente); la primera, "Ecudo del Éufrates"; en 2018 ejecutó "Rama de Olivo" y en 2019, el "Manantial de la paz", que consistía en crear una zona desmilitarizada en la provincia de Idlib, el último foco de los rebeldes levantados contra el gobierno de Siria. Tras esa estrategia militar, Estados Unidos anunció el retiro de sus tropas.
Cifras de dolor
Mire usted, comenta el prosista desde el Sótano, el costo humano de estos conflictos, de acuerdo con estimaciones de la ONU, es de al menos 350 mil personas muertas, entre combatientes y civiles, en los que se contabilizan al menos 27 mil niños. Se tienen registros de 7 millones de refugiados sirios y otros 6 millones más desplazados por la violencia.
Y ahora la tierra sacude a esas naciones y de manera macabra, las ha devastado.
En el mundo, los terremotos más catastróficos, por la cantidad de víctimas fallecidas, superiores a las 15 mil en cada episodio, son: Kamchatka, Rusia (1952), de magnitud 9.0; Japón (2011), 9.1; Sumatra (2004), 9.1; Alaska (1964), 9.2; Valdivia, Chile (1960), de una magnitud de 9.5, grados, considerado el de mayor intensidad en la historia y en el mundo, sin olvidar por supuesto, los de México, con la atemorizante coincidencia de haber ocurrido el mismo día, 19 de septiembre: en 1985, con magnitud de 8.1; 2017, de 8.2 y en 2022, de 7.7 grados. Sigamos orando. Mi twiter @raulmandujano