En los pasillos del palacio del gobierno estatal, como en los del partido aún en el poder, los murmullos por la supuesta entrega de la entidad al presidente Andrés López Obrador cada vez son más fuertes, de hecho, la prensa nacional dirige recurrentes comentarios en ese sentido.
Se ha comentado en diferentes espacios que el gobernador Alfredo del Mazo Maza manda el mensaje de que está por entregar la entidad mexiquense a las huestes del lopezobradorismo, a pesar de la incredulidad de muchos, pues el gobernador desciende de una familia de políticos reconocidos, es evidente que creció con la educación necesaria para que su futuro pudiera contar con las herramientas indispensables para aspirar al cargo que finalmente obtuvo en el 2017, aunque pudiera parecer el máximo escalón, no tendría por qué serlo.
Cuando en el 2003 Enrique Peña Nieto fue nominado candidato a diputado local para la LV Legislatura, por el Distrito XIII, con cabecera en Atlacomulco, que finalmente obtuvo, su futuro, en ese momento desconocido, le tenía reservada la posibilidad de obtener la candidatura del gobierno del Estado, a pesar que enfrentaría grandes retos al vérselas con políticos de profundo conocimiento y experiencia probada, con nombres como Gustavo Cárdenas, Jaime Vázquez, Fernando Alberto García Cuevas, Cuauhtémoc Carcía Ortega, Isidro Pastor, por ejemplo, no era cosa menor, pues se trataba de serios contendientes y conocedores de la política estatal. Sin embargo, avanzó, fue gobernador e inmediatamente después estaba contendiendo para obtener el máximo cargo de México.
Sus logros y política emprendida para entonces, tanto en el Estado, y después sentado en la silla del águila quedaron en una especie de suspenso; la historia, que hasta el momento no le ha dado reconocimiento alguno, tarde que temprano lo juzgará, pues no se ha podido dimensionar el alcance del proyecto atrevido que impulsó durante su sexenio, porque en México se sigue manteniendo el eterno problema de los políticos que conquistan esa posición, tratar de borrar todo lo que hizo el anterior, para magnificar el propio, en una lucha locuaz de vanidad.
En ese sentido, es de llamar la atención la parsimonia que ha demostrado en estos momentos el gobernador del Mazo, parece que abandona la posibilidad de contender por la presidencia, y los rumores de entregar la bandera del Estado de México, les da razón a los que la pronostican.
Y no es para menos, ha dejado de hacer, deja pasar y no se ven movimientos interesantes en el gabinete como para suponer que va a apoyar con todo lo que sea necesario para que el PRI, en coalición con el PAN y el PRD, por cierto, una unión nunca antes pensada en los tiempos modernos, que, no obstante, se dan porque el peligro que representa el camino que ha tomado rumbo el país, es como para asustar a cualquiera, logre retener el Estado.
Es precisamente esa necesidad la que obliga a dejar las diferencias a un lado para integrarse a una fuerza opositora empeñada en recuperar lo que queda de democracia en el país, pues, cada paso que da el presidente López Obrador lleva destino de dictadura, al mando de un solo hombre, idea que debería haber sido sepultada hace mucho.
Aunque las oportunidades de crecimiento que ha dejado pasar la actual administración federal y que únicamente se detienen ante la presencia de la empresa Tesla, con todo lo que eso le representa a la nación, que no por voluntad del mandamás del país; hubiese sido otro de los mayores errores de su administración.
La lucha va en ese sentido, el progreso de la humanidad no se puede detener por líderes populistas, no existe forma, el mundo no pude volver a ser el mismo después de los avances tecnológicos que se van conociendo, ante estos, se emprende una vorágine imposible de detener.
Las sospechas del comportamiento de Alfredo del Mazo encuentran razón en la distancia que ha impuesto con “su candidata” Alejandra del Moral. En una entrega anterior comenté que parecía que con esa designación el PRI se preparaba para entregar el gobierno estatal en charola de plata a Morena.
Sin embargo, y si ese es el objetivo, puede tratarse de un gravísimo error, pues el sentimiento colectivo puede darles una sorpresa a propios y extraños, lo que hoy parece una segura derrota por la indiferencia que presumen morenistas, mañana puede ser un triunfo huérfano para la alianza Va por el Estado de México.
No se han medido bien las condiciones que envuelven la política que ha predominado durante más de cuatro años con el gobierno lopezobradorista, la cual, da muestras de desesperación, no tiene más nada que ofrecer, únicamente los recursos económicos que desesperados despilfarran a manos llenas a los mexiquenses, vía el campo y sectores olvidados. ¿Quién en el PRI o la oposición levanta la voz?, nadie.
El mensaje parece ser: “quien pretenda apoyar la campaña tendrá que hacerlo solo”, no se han visto movimientos en el gabinete estatal y los líderes del PRI trabajan con lo que tienen y como pueden, surge en las bases el descontento y la decepción, por luchar de esa manera, contra un formidable enemigo cargado de viandas y dinero.
El ex gobernador y ex presidente Enrique Peña Nieto fue pragmático para cuando tuvo que decidirse al elegir a Eruviel Ávila como candidato en ese momento, al gobierno del Estado, en lugar de Alfredo del Mazo, el tiempo dio la razón al priista, sus errores en la presidencia de México, no pueden borrar lo que hizo bien.
El Estado de México, hoy, más que nunca, se encuentra en el limbo, no hay quien pueda asegurar un triunfo seguro, y la obviedad de la cantidad de dinero destinado por el gobierno federal, puede no ser suficiente para suponer un triunfo seguro; la oposición, si es que se confirma el abandono referido, puede ser el peor error que haya cometido en su carrera política, no hay más, el tiempo dirá quien tenía razón.